Consumo de porno en la infancia y sus efectos en el cerebro (II): La construcción del sentido y significado de la sexualidad.

PornEducation para el finde, ¿te atreves? (*) #PornEducationParaElFinde

Un nuevo artículo de José Luis García para leer y reflexionar el fin de semana.

En el anterior artículo (clica aquí si quieres leerlo) señalábamos que el consumo de películas sexuales violentas a edades tempranas, podría tener consecuencias graves en la vida y en la salud de quienes se exponen a ello, en razón de la inmadurez cerebral, algunos de cuyos rasgos subrayábamos.

Destacábamos un hecho relevante: las características singulares de los contenidos sexuales, les convierten en potencialmente adictivos. Tienen muchas papeletas para que así sea. No hay otros con ese poder. No es fácil debatir con un orgasmo.

Hoy no aproximaremos a la construcción del sentido y significado de la sexualidad, que va haciendo el cerebro desde muy pronto y de la trascendencia de los estímulos sexuales de carácter audiovisual en esa configuración.

En esa construcción, los conocimientos y la información que se van aprehendiendo , son elementos determinantes, claro, pero no los únicos. También las expectativas, las creencias, valores… y las primeras experiencias afectivas y sexuales. Todo suma.

La construcción del sentido de la sexualidad

Con seguridad, habrás escuchado uno de los mantras más conocidos en la Sexología, respecto de que el órgano sexual más importante de todos es el cerebro. En efecto, nuestro cerebro regula, organiza y gestiona todo el proceso de respuesta neurofisiológica y emocional, así como las conductas asociadas a la misma, que tienen que ver con el sexo, la sexualidad, el deseo, la erótica, la atracción o el enamoramiento, por citar solo algunos de los más relevantes.

En la infancia, los primeros hechos, informaciones, observaciones, sensaciones y emociones, experiencias, fantasías…de carácter sexual, van a ir edificando progresivamente esa cosmovisión necesaria para comprender el hecho sexual humano y su importancia a lo largo de la vida.  A modo de piezas de un puzle complejo con diferentes alternativas, que se van añadiendo, si bien el resultado puede ir en una u otra dirección, dependiendo de cómo se realice ese proceso y de qué elementos lo constituyan. Por ejemplo, sabemos del impacto que tienen unas primeras experiencias sexuales dolorosas, traumáticas o desagradables.

Todo aquello que pensamos y sentimos tienen un correlato corporal y emocional. Si tengo miedo, a lo mejor el estómago “se me encoge” o experimento un sudor frío. Si estoy estresado puedo sentir nerviosismo y ansiedad efecto del cortisol. Si pienso en un accidente de un ser querido puedo sentir tristeza o llorar. Si tengo una idea positiva de la sexualidad, la experiencia real es más probable que sea bienhechora. En gran medida, somos lo que son nuestros pensamientos. Son genuinamente nuestros.

Aunque en realidad son patrones de conexiones, tal vez podría ser didáctico imaginar que esos aprendizajes que realizamos constantemente, son como celdillas de un infinito panal, donde se van a ir guardando los más significativos, todos ellos conexionados entre sí, de lo que se va viviendo en ese contexto familiar y social concreto que le ha tocado vivir, celdillas a las que recurrirá la memoria y de las que se forjaran los pensamientos, cuando sea preciso.

Si este proceso va acompañado de una actitud cercana y positiva de los padres/madres, considerando las inevitables y necesarias preguntas e intereses que todos los niños y niñas tienen, en mayor o menor medida, sobre las cuestiones sexuales, respondiendo adecuadamente a todas y cada una de ellas, de manera cercana y empática, constituye, a mi modo de ver, uno de los elementos determinantes y adecuados para este desarrollo armónico.

Foto: Pilarín Bayés

Igualmente, si ese entorno familiar que acompaña es generoso y prolijo en la esfera afectiva, fantástico. Si el modelo conductual que ofrecen el padre y la madre como personas y como pareja, es congruente con esos valores, mucho mejor. Tendemos a identificarnos con los modelos que a diario nos ofrecen el padre y la madre, a los que queremos, admiramos e imitamos.

Relevancia del silencio

Por contra, el silencio ante las necesidades e intereses sexuales de niños y niñas, actitud dominante en la historia, no tiene ninguna ventaja y, no ha de olvidarse, es profundamente educativo. Malamente, claro, pero es una forma más de educar y, como tal, cosecha resultados. ¿Por qué?

Entre otras cuestiones, de una parte, obliga a buscar fuera las respuestas, en particular en Internet y las películas pornoviolentas, en el momento presente, por su accesibilidad y atractivo . De otra, se aprende que, de esos temas, no hay que hablar en casa.  En tercer lugar, ofrece un modelo poco adecuado de comunicación y de escasa confianza entre progenitores y vástagos, que será difícil recuperarlo más adelante, no solo en el área sexual, sino también en lo que concierne a las emociones y relaciones. Cuarto, da continuidad y repite el bucle generacional del silencio y la ocultación. El patrón educacional continúa y se legitima.

De manera que hablar de sexualidad es, a no dudar, profundamente educativo. No hacerlo, tambien, porque el silencio tambien educa y, además, obliga a buscar la información fuera del hogar, convirtiéndose en la única y principal fuente informativa. Mucho riesgo.

Hay familias en las que nunca, ni de pequeños, ni de jóvenes, ni tampoco de adultos, se ha hablado de estas cuestiones y obviamente no nos referimos a asuntos fisiológicos como la regla o el embarazo. Que cada cual revise su propia historia personal y reflexione sobre el proceso que ha seguido en esa construcción y los elementos que lo han ido configurando. Y que piense, así mismo, qué hubiera deseado.

Cuando estoy trabajando con padres y madres les invito a pensar que, si en su familia no se hablaba de sexualidad, no repitan la misma historia y, en su lugar, que faciliten las condiciones para que sus hijos/as pregunten y reciban respuestas adecuadas a TODAS sus inquietudes, en la medida en que su futuro sexual y afectivo podría estar en juego. “Rompe la tradición del silencio, les digo, ¿tú que hubieras deseado?”

OJO: la educación sexual comienza desde el momento del nacimiento: cómo se les acaricia, se les habla, se les tiene en cuenta, se les mira, se les pregunta… en cualquier situación cotidiana.

No es solo la información, aunque es importante como he señalado en los diferentes libros que he realizado durante muchos años, con el objetivo de AYUDAR a las familias a hacer más llevadera y eficientes esta tarea, porque eso es lo que me han pedido y me siguen pidiendo padres y madres. ” No sé cómo hacerlo”, “Dadnos algo para comenzar”, “¿Cuándo?”, “¿Cómo?”… preguntas que se siguen repitiendo a lo largo del tiempo.

La educación sexual más eficiente es la que se lleva a cabo a través de la relación cotidiana, del tú a tú, del modelo que ofrecen el padre y la madre.

Nuestra propuesta es que una adecuada educación sexual en el hogar en ese contexto señalado, así como coordinada con otra, más profesional en los centros de enseñanza, permitiría que esa construcción se ajustara más a criterios científicos, humanistas y saludables. Entiendo que es la única manera de hacer frente a la omnipresencia de las películas sexuales.

Desde una experiencia intensa y apasionada de 43 años, soy consciente de que estamos hablando de un empeño muy difícil, casi imposible, cuando se refiere a la coordinación entre las diferentes agencias educativas. Y me temo que la tendencia es al distanciamiento progresivo y a la menor participación de las familias. Ya pasaron aquellos tiempos en los que esta coordinación estaba viva, “bullía”.

El atractivo de la sexualidad

Hay que recalcar que la sexualidad es un elemento atractivo y apasionante para cualquier niño/a, tanto en lo que observa a su alrededor, como en lo que siente dentro de él/ella. Enseguida se dan cuenta de que es algo especial. Basta ver los comentarios o chistes que hacen los niños/as pequeños/as sobre el particular.

Gestos y sonrisas pícaras que no expresan de la misma manera que en otras cuestiones, en no pocas veces con la aquiescencia y de los adultos que le ríen la gracia, reacción que refuerza en el niño/a la peculiaridad de esos temas. Si los hacen, es porque a menudo han aprendido que hay “cosas de las que no se debe hablar”.

Es obvio que la pubertad y adolescencia, donde los cambios biopsicosociales tienen también su preponderancia, el interés es extraordinario, pero asimismo ocurre en la infancia, periodo en el que se van a plantear numerosos interrogantes, más aún en un contexto hipersexualizado como el que les ha tocado vivir.

Este hecho, el de plantear preguntas es, no solo necesario para el desarrollo intelectual, sino también saludable que se produzca, lo que lleva implícito la exigencia de una respuesta a todas y cada una de ellas por parte de los progenitores que, a mi modesto entender, deberían alegrarse cuando se formulan.

Tal acontecimiento revela, siempre bajo mi criterio, no solo un espíritu despierto, inteligente y curioso, sino también confianza en los papás y mamás, condición relevante y necesaria para acompañar positivamente ese camino que conduce a la madurez. Ese espacio de confianza es imprescindible para sortear felizmente los vericuetos de la etapa adolescente. No esperemos que nos cuenten algo íntimo, si antes no ha habido una buena experiencia de diálogo y empatía.

Pero es que, además, esa actitud paterna y materna responsable de acompañar al niño o niña, resulta indispensable para disfrutar de los efectos bienhechores de una sexualidad integrada de manera saludable en la vida y en las relaciones futuras de cada cual, que no tiene que ver únicamente con la cantidad, en la medida en que, cuando hablamos de sexualidad, la calidad de la vivencia, así al menos lo creo, es lo más valioso.

Como segunda conclusión, de esta serie de artículos, entonces, es que la calidad de la sexualidad y la afectividad adulta, va a estar relacionada con cómo se haya abordado esta dimensión, desde la más tierna infancia y de esa construcción que ha ido haciendo el pequeño/a.

Pero así mismo, somos resultado, en buena parte, de cómo nos han tratado afectiva y emocionalmente, desde entonces y del modelo que ha ofrecido en la relación de pareja de los progenitores.

Tengo pocas dudas de que si, en este proceso de desarrollo cerebral al que me estoy refiriendo, las películas sexuales pornoviolentas son las protagonistas, en lugar de la actuación adecuada de familias y docentes o, en todo caso, como contrapeso a aquellas, los resultados serán bien distintos, como le ocurrió a Billie Eilish y a tantos niños y niñas, como ya vimos. Hay que elegir, entonces.

Estímulos sexuales de carácter audiovisual

En una cultura como la nuestra donde la imagen tiene una relevancia impresionante, esta adquiere, si cabe, un valor incuestionable a la hora de influir en las actitudes y conductas humanas.  

Se sabe, por ejemplo, que los estímulos audiovisuales, aquellos que nos entran por la vista y el oído, parece que algo más en los varones, son poderosos a la hora de activar los mecanismos de respuesta neurofisiológica y conductual en el ámbito de la sexualidad, en detrimento del olfato, más significativo en etapas evolutivos anteriores y en la escala animal.

Ya vimos que las pantallas tienen ese poder adictivo también, porque estimulan directamente el cerebro a través de estos mismos estímulos visuales (luz y movimiento) y auditivos (el sonido). Son chutes virtuales decíamos en el primer artículo, cierto, pero son igualmente chutes reales, porque provocan descargas reales de dopamina que ponen la piel de carne de gallina o incrementan la tasa cardiaca y la respiración. Y por encima de cualquier otra reacción: excitan y dan placer.

Pocos discutirán que el estímulo sexual visual tiene un enorme poder de seducción para nuestro cerebro en una sociedad que instrumentaliza el sexo con fines comerciales hasta límites insoportables, usándolo para vender cualquier cosa. Tanto va el cántaro a la fuente… que, a fuerza de repetir, acaban normalizándose. Y de eso saben mucho los especialistas en publicidad, auténticos maquiavelos en sus estrategias de marketing.

Voy a poner un simple ejemplo: Si en un anuncio de 20 segundos en TV, las empresas invierten cantidades ingentes de dinero, a sabiendas que pueden influir en las actitudes y conductas de los espectadores, porque de lo contrario no lo malgastarían, significa que el mecanismo les funciona sobradamente.

Como botón de muestra, una sola cadena de TV, cobra en torno a los 250.000€ por el primer y último anuncio de fin de año. Un día cualquiera en la franja horaria de prime time el promedio es de 25.000€ por unos pocos segundos. 

Mucho dinero, sin duda, si lo comparamos con lo que cobra un pensionista medio en España: 1.100€ al mes, aunque una buena parte de las pensiones son inferiores a esa cantidad. Pero, en fin, los anuncios financian las TV, las radios, los periódicos… y las plataformas y portales de Internet. Es la esencia del negocio. Porque funciona. Porque influyen en las actitudes y en los comportamientos de sus destinatarios.

Los anuncios que utilizan el sexo son infinitos. Por ejemplo este de Dolce & Gabbana es muy significativo: Un atractivo y musculoso joven, se tira al mar desde un arriesgado acantilado, porque allí le espera, parece que ansiosa, otra joven sexy y sugerente en una pequeña barca.

En no pocas ocasiones, por cierto, utilizan descaradamente las imágenes erotizadas de hombres y mujeres (sobre todo) jóvenes y sexys, para vender perfumes caros, joyas o coches de alta gama.

Juegan y manipulan las emociones sabedoras de que, de esa manera, se llega directamente al espectador través de las áreas cerebrales encargadas de gestionar la empatía o la compasión, por ejemplo.

Nunca he visto anunciar esos mismos productos a una pareja de personas mayores en chándal. Nunca.

Entonces ¿qué podemos pensar de los efectos del visionado de vídeos sexuales, en un chaval supermotivado, excitado y obteniendo placer, durante cientos de horas en la pubertad y adolescencia? Como vimos el aprendizaje es más eficiente cuando hay motivación y, tal vez, hay pocos hechos humanos tan motivadores y emocionantes como la sexualidad arraigada en la supervivencia de la especie.

Un botón de muestra: Un reciente estudio de consumo de pornografía en jóvenes canarios, encargado por el Cabildo de Tenerife, concluye que “los mensajes que emite la pornografía ayudan a normalizar la violencia a través de su erotización” destacando el hecho de  que “la mayor parte de las y los jóvenes tinerfeños consideren positivo el consumo de pornografía”.

El estudio subraya que la edad media a la que los jóvenes canarios comenzaron a consumirlo es de 12,7 años en los chicos y en las chicas de 14 años. Un 24% de los encuestados declaran que en el último mes se podrían considerar adictos/as a la pornografía, en razón de su consumo, siendo el porcentaje de chicos bastante superior (29,7%) al de chicas (8%).

Destaco de este estudio dos aspectos: que una cuarta parte se consideran adictos y que la mayor parte de las/os jóvenes tinerfeños consideran positivo el consumo de pornografía. En otros estudios, la mayoría de jóvenes consideran normal lo que ven y le gustaría llevarlo a la práctica.

En consecuencia, las películas sexuales, sean violentas o no, juegan con notoria ventaja, con las emociones y las motivaciones humanas más primarias, porque tienen mucho que ver con los aprendizajes significativos y la memoria.

La excitación, el placer, el bienestar, la relajación… que se vinculan directamente con el sexo, son emociones positivas a las que el cerebro da preferencia, por lo dicho en la anterior entrega, ya que la primera y más atávica adicción del ser humano es la adicción al sexo: estamos programados para continuar la especie y esa es la máxima prioridad.

Por fortuna podemos elegir y tomar decisiones, separando la función reproductora de la afectivo-placentera, pero la presión biológica está ahí y las imágenes sexuales juegan con ella. Coquetean con el cortex, con ventaja.

Además, el niño/a está viendo un contenido novedoso, que le motiva, que le provoca cambios placenteros en su cuerpo, que le sorprende y al que se expone con mucha frecuencia, en la soledad de su habitación. Recuérdese que algunos investigadores estiman en varios miles de horas, el tiempo que dedican una porción importante de chicos, antes de la mayoría de edad. 

Esto, casi inevitablemente, va a hacer que su cerebro le preste más atención de lo habitual: la “tormenta perfecta” para que el aprendizaje sea significativo, que lo considere importante. Y, por ende, que se repita cuando haya oportunidad.

¿Y que aprenden de esas Películas Sexuales Pornoviolentas (PSP)? muchas cosas, pero sobre todo la más importante: el dominio del hombre sobre la mujer, erotizando la violencia en virtud de la cual, la chica debe plegarse a los deseos de él, someterse y disfrutar con ello. El mensaje es que a las mujeres y a las niñas les gusta ser forzadas. Terrible.

Mi propuesta es que, desde las agencias educativas, tenemos que hacerle la competencia a este aprendizaje con otro radicalmente distinto: La sexualidad es incompatible con la violencia, en la medida en que es una dimensión amorosa, saludable, divertida, apasionada y tierna, placentera que tiene todo el sentido cuando se da en un entorno de deseo y acuerdo mutuo, afecto, respeto, libertad y corresponsabilidad en el placer con la otra persona, que me concierne y con la que empatizo.

Muchos padres y madres no son conscientes de la necesidad de hablar con sus hijos e hijas de sexualidad y de pornografía cuantos antes, agobiados por preguntas de este tipo: ¿Qué decirles? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué hablarles? ¿Cuántas veces? ¿Y si no preguntan?  etc. lo que conlleva a abandonar el diálogo. En mi programa TUS HIJOS VEN PORNO, explico todo ello con amplitud y subrayo las consecuencias de repetir el bucle del silencio de generación tras generación y formarse en estas cuestiones.

El próximo viernes (PornEducation para el finde, ¿te atreves?  #PornEducationParaElFinde ) publicaremos el tercer artículo donde nos aproximaremos a la confusión entre la ficción y la realidad de las películas sexuales y trataremos de responder a la pregunta: ¿está un niño/a preparado para ver una película sexual pornoviolenta?. Hasta entonces.

(*) PornEducation para el finde, ¿te atreves? , es una nueva propuesta, una más, a modo de campaña de sensibilización, que quiere ofrecer contenidos formativos por medio de artículos de divulgación , que se publicaran en este blog cada viernes, para leerlos y comentarlos el fin de semana con tranquilidad, con el hashtag: #PornEducationParaElFinde Si te parece de interés, comparte los artículos con tus amigos/as y contactos.

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