Consumo de porno en la infancia y sus efectos en el cerebro (IV): Sexo, drogas y dopamina

PornEducation para el finde, ¿te atreves? (*) #PornEducationParaElFinde

Un nuevo artículo de José Luis García para leer y reflexionar el fin de semana.

En el anterior artículo (clica aquí) nos aproximamos a responder a la pregunta ¿Está un niño/a preparado para ver porno violento? Mi respuesta fue que no, tratando de argumentar esa negativa en base a las características de inmadurez de su cerebro, en proceso de construcción y los posibles efectos negativos que ello supondría.

Continuando con esta idea, y con la finalidad de comprender esas repercusiones, hoy nos acercamos a un tema subyugante, cual es la implicación de una sustancia cerebral llamada dopamina (también se produce en el intestino) en el amplio espectro de las gratificaciones de las personas, en particular las que a mí me interesan: la sexual y la afectiva.

Ya he perdido la cuenta del número de parejas que he conocido y de las que me he enamorado hasta las trancas. Y pasa lo de siempre: que la pasión se apaga y la relación se va muriendo. Por una cosa o por otra, acaba en ruptura, porque necesito otra nueva relación que me vuelva a dar subidón. Necesito esos escalofríos. No puedo vivir sin ellos”.

M. 38 años

Enamoramiento

Cecilie una de las víctimas protagonistas de ‘El timador de Tinder”, un documental de Netflix (2022) dirigido por Felicity Morris, en el que el trilero Shimon Hayut, israelí lover premiun, estafa y arruina a numerosas mujeres de países ricos, enamorándolas y ofreciéndole expectativas novedosas, sorprendentes, propias de una relación idílica, afirmaba que “nunca he sido tan feliz como cuando he estado enamorada” y que “por mucho desamor que hayas tenido, lo sigues buscando”

A pesar de haber sido engañada y haber perdido 250.000$, entregándoselos al amante avezado, reconocía que “me encantan las citas. En cuanto me pongo nerviosa, sé que hay algo especial. Adoro esos nervios. Me encanta esa sensación que me devora”.

En esa primera cita y los prolegómenos previos a la misma, la producción de dopamina en el organismo de Cecilie, es muy probable que estuviera en niveles estratosféricos, ya que aglutina cinco elementos fundamentales: expectativas maravillosas, situación novedosa y sumamente atractiva, sorpresa y deseo sexual. Todo ello configura una motivación tan poderosa como emocionante en la que ocupa un rol determinante ese neurotransmisor.

Pues bien, en nuestro periplo por conocer y comprender algunos de los efectos del consumo precoz de pornografía violenta, tenemos necesariamente que hacer una parada en uno de los temas más apasionantes de esta temática: el papel de la dopamina y su implicación en los deseos y las conductas afectivas y sexuales.

La gran mayoría de las personas pasa por episodios más o menos intensos de enamoramiento, a lo largo de su ciclo vital. Una parte de ellas, dependiendo de muchos otros factores, acaban en una situación más relajada y tranquila, es decir con mayores dosis de realismo frente a la “locura” de esa etapa de ebullición emocional. Otra gran parte, sobre todo en los/as jóvenes de las generaciones actuales, acaban en ruptura, buscando inmediatamente después una nueva relación. Algunos denominan a esta situación monogamia seriada.

Foto Pilarín Bayés (Mi segundo libro de información sexual)

El que ocurra una cosa u otra puede depender de diferentes variables, pero, así mismo, de una serie de moléculas que produce y gestiona nuestro cerebro como, por ejemplo, nuestra protagonista de hoy u otras como la oxitocina.

Seguramente detrás de los divorcios subsiguientes a una relación fuera de la pareja, está la dopamina. O a muchas rupturas sin que haya infidelidad.  O un embarazo no deseado por no usar preservativo. O… a esas primeras citas de Cecilie. Todas tienen en común la presión del deseo sexual -que, a modo de mano imaginaria que empuja a los glúteos, impeliendo a moverse y echar a andar- en la búsqueda de la satisfacción. Ahí está “trasteando” la dopamina.

¿Qué película, serie, novela… no incluye en su guion, elementos de amor-desamor, tensión sexual entre los protagonistas, emociones o sentimientos? Muy pocas, porque los guionistas sabedores de su impacto, los utilizan generosamente. Porque la dopamina se activa y engancha, no solo por los procesos de identificación que se establecen con el /la espectador/a, sino por el impacto de las representaciones audiovisuales en los pensamientos y en la memoria que dirige el cerebro.

Dopamina y pantallas

A lo largo de la serie de artículos hemos hablado de esta sustancia cerebral presente en muchas conductas, de las que destacamos ahora la adicción a las pantallas y al sexo (a la pornografía, al cibersexo…) los dos miembros del tándem ganador que veíamos en otras entregas. En realidad, lo más relevante son las imágenes, la pantalla es el soporte físico que permite el acceso a Internet, pero una mano no se lava sin la otra.

Con todo, es difícil sustraerse a su poderosa influencia, cuando se es un infante o más aún cuando estás en la llamada “edad del pavo”, descubriendo el asombroso mundo que te rodea, proceso en el que está presente esta sustancia psicotrópica, como si fuera una droga, vaya, que estimula el conjunto del sistema nervioso central, produciendo cambios en diferentes áreas de las emociones, el ánimo o el comportamiento.

Se la suele conocer como el “neurotransmisor del placer” siendo protagonista indiscutible en la gestión del núcleo accumbens, también llamado “Centro de Recompensa Cerebral”, del que ya hemos hablado en otras ocasiones y que es una estructura de nuestro cerebro encargada de gestionar todas nuestras vivencias placenteras.  Funciona como un “subidón que te carga las pilas”, pero no solo en el sexo, sino en otras muchas conductas como la comida o las pantallas de los dispositivos.

Por cierto, no está de más recordar que estas mismas estructuras cerebrales también gestionan la respuesta dopaminérgica a otras drogas como la cocaína.

De manera que mezclar la pantalla y las películas sexuales, supone una activación de dopamina difícilmente comparable con cualquier otra sustancia estimulante. De ahí que enganche a mayores y pequeños.  Decíamos que, quizá, no hay chute más atractivo para un adolescente, que ver pornografía empantallado en la intimidad de su habitación, sintiendo un intenso placer debido en parte a la producción de dopamina que inunda y obnubila su cerebro. ¿Hay algo más novedoso, atractivo, excitante y gratificante que eso?  Y gratis, a cualquier hora ¿Alguna otra motivación similar? Difícil superarlo.

Y lo que ve, que le produce esos cambios espectaculares son, muy a menudo, imágenes de conductas y prácticas sexuales con diferentes grados de violencia, que excitan sobremanera a los actores y actrices, al menos eso parece por las manifestaciones corporales que exhiben, y que provoca de igual manera una excitación en el espectador, ávido de obtener satisfacción orgásmica.

En el tercero de nuestros artículos señalábamos las posibles consecuencias de tener experiencias traumáticas en el área sexual en la infancia, vinculándolas, por ejemplo, con la ansiedad y la depresión en etapas posteriores.

Consumir porno violento precozmente, de manera habitual, a escondidas, con culpabilidad, sin una capacitación previa es muy probable que tenga repercusiones en su vida afectiva, sexual y relacional y en su desarrollo sexual.

Las pantallas tienen un magnetismo especial. Sus luces, colores, sonidos y notificaciones, así como sus imágenes en movimiento… atrapan a quienes se acercan a ellas. He visto a bebés en su carrito, alucinando con los colores y los sonidos, con los ojitos absortos en el cristal. Y sus padres permitiendo tal barbaridad, en contra de los criterios señalados por organismos profesionales. Tal vez más adelante puedan arrepentirse de esa exposición sin control de un bebé. Pero…!qué descanso para los progenitores, tener al bebé ocupado, sin dar “guerra” para que puedan navegar por Internet!

Además, las películas sexuales en las pantallas, enganchan con la dopamina que se libera a borbotones, en razón de dos rasgos muy destacados: la novedad ilimitada y los llamados superestímulos sexuales.  Algo similar a lo que ocurre con las máquinas tragaperras. De ahí su éxito en crear adictos al juego, porque tienen todas las papeletas para conseguirlo con el iluso anhelo, añadido, de hacerse rico, empeño que nunca llegará y que le vaciará los bolsillos.

Las notificaciones en el móvil tienen así mismo ese poderoso efecto adictivo, que incitan a mirarlo, nada más que las escuchas. Está todo pensado, para que estemos el mayor tiempo navegando en Internet. Ese es el negocio. Nos quieren consumidores fieles, adictos, para que los ingresos por publicidad aumenten, dependiendo del tráfico de usuarios.

El pelotazo de las RR SS, en este sentido ha sido espectacular. Y ahí tienen a una legión de individuos abducidos, creando contenidos o dando likes a diestro y siniestro, bloqueando o siguiendo, para generar tráfico, con la pretensión de que el número de seguidores/suscriptores, permita monetizar la actividad y que Google o YouTube, suelten la panoja, logro que solo unos pocos consiguen, con lo que disponen de una mano de obra eficiente y muy barata.

Los CEO y propietarios de las grandes compañías tecnológicas que dominan el mundo, tienen prohibido que sus hijos/as utilicen los móviles y las Tablet en sus escuela. ¿Por qué será?

En consecuencia, estos vídeos vistos en una pantalla, generalmente con representaciones visuales de calidad, con primeros planos en 4K, comportan una característica muy peculiar: ofrecen productos novedosos, abundantes, originales que excitan y producen placer. Miles de mujeres, de todas las edades y características, que se ofrecen al chaval ávido de sensaciones eróticas. Cada sorpresa es un latigazo, una sobredosis. Y aquí aparece nuestra protagonista, la dopamina, que es la responsable de esa búsqueda de lo novedoso, de lo original… en una carrera sin fin, porque es la eterna insatisfecha.

Como es sabido la etapa juvenil se caracteriza por una especial sensibilidad emocional, una búsqueda incesante de novedades, sentimiento de invulnerabilidad, querer las cosas ya y escaso control cortical, en un cuerpo y en un cerebro cambiantes, que prioriza las emociones frente al control de la corteza prefrontal.  De todo esto hemos hablábamos aquí y aquí.

Los cambios biopsicosociales, intensos y rápidos, son determinantes y las vivencias, en el caso que nos ocupa, la construcción de la idea sobre la sexualidad, los estímulos sexuales o la masturbación, podrían configurar el devenir de las ulteriores relaciones afectivas y sexuales.

Habituación y pérdida de poder evocador.

La ausencia o pérdida de esa condición original, conlleva el cese de la producción de dopamina. De ahí que, como le ocurría tal vez a nuestro enamorado del comienzo de estas líneas -ansioso por sentir permanentemente los escalofríos de la piel o las mariposas en el estómagola rutina y la monotonía acaban con la producción de dopamina. El clásico principio del placer frente al principio de la realidad. La costumbre que acaba matando la ilusión.

La dopamina es, en buena medida, responsable de todo ello ya que se activa en los inicios y deja de hacerlo en la rutina. Los sueños frente a la evidencia tangible. Las expectativas por descubrir versus la cotidianeidad. Algo así como el regalo anhelado, envuelto en un exquisito papel de celofán con hermosos lazos que, sin embargo, acaba perdiendo la magia cuando se descubre, hechizo que solo volverá al ver otro flamante regalo, mucho más si es inesperado.

El cerebro se va habituando y, con el fin de mantener la dosis de esa molécula, necesita más novedades, más chutes. En el mundo del porno en Internet, no hay problema: cualquier vídeo, repito cualquier vídeo, que uno se pueda imaginar, está grabado y se ofrece gratis en abierto o en la sección premium, y si no se recurre a la dark web.” No hay por qué preocuparse”, es el mensaje para las personas con un consumo problemático de estas películas, ya que la industria tiene una oferta amplia y sin límites de ninguna naturaleza, para atender cualquier demanda por extravagante que esta sea.

En el caso de la persona consumidora de películas sexuales, con el fin de mantener permanentemente la novedad, va a necesitar explorar otras webs, otros vídeos, cada vez más “especiales” o “duros” y, seguramente, acabará entrando en portales que rozan la ilegalidad, como la pornografía infantil, la incestuosa o la de violencia extrema.

Aquellas personas que les cuesta disfrutar del aquí y ahora, las que están insatisfechas o son muy exigentes van a tener más dificultades para controlar su producción de dopamina, porque van a estar en una constante búsqueda de la situación ideal. 

Necesidad de sosiego

Pero a tenor de que, esa vida es un “sin vivir” a guisa de montaña rusa, y que no hay organismo que lo aguante mucho tiempo, la especie humana necesita otras sustancias que ofrezcan tranquilidad y quietud.

Estos estados emocionales también dependen de otras moléculas como la serotonina, la oxitocina, las endorfinas u otras que tienen unas características similares a las drogas, también producidas en el organismo y que tienen que ver más con sensaciones, emociones, sentimientos y percepciones reales. Pisar la tierra. Todos estos neurotransmisores están relacionados entre sí y gestionados por nuestro cerebro.

En consecuencia, la emoción que acompaña a lo inesperado la activa, pero, como lo original también tiene fecha de caducidad, su actividad decrece. La expectativa, pues, parece ser la clave. La emoción de encontrar, por fin, el sueño anhelado y definitivo. Pero, en realidad se trata de una ensoñación ilusoria, por lo que parece razonable considerar que la pasión y el enamoramiento acaban prescribiendo.

Pocos cerebros podrían soportar las descargas de esas sustancias durante mucho tiempo. Por tal consideración, algunos autores han puesto fecha de caducidad a ese estado de “locura”. Hay quienes hablan de 18 meses como límite máximo. Intervalo que ponen en duda y no se creen aquellas personas que están enamoradas. Claro. “A mí no me pasará”, “¡Usted que sabrá!”, suelen decir ofendidos por poner en duda la permanencia en el tiempo de esas sensaciones únicas.

Por eso el enamoramiento transforma la vida y los pensamientos de quienes “disfrutan” de sus delicias. Cambia el sentido del tiempo, el espacio, el lenguaje, las emociones, las percepciones y las emociones respecto de la persona enamorada: “es maravillosa y no tienen ningún defecto”, lo diga quien lo diga. “Ese grano de su cara, es una maravillosa protuberancia”. “Me tiene sorbido el seso” … Toda una increíble fenomenología que fue descrita magistralmente por Alberoni. De ahí su poder para enganchar.

También crea dependencia por otra característica: es una cuestión de supervivencia de la especie y nuestro cerebro es sumamente receptivo (produciendo dopamina) a este tipo de motivaciones. A igual que al deseo sexual que se activa por estímulos sensoriales entre otros.

El enamoramiento parece que es necesario con el propósito de “enganchar” a las personas, para que se sientan atractivas, se deseen, tengan relaciones sexuales, procreen y, probablemente, se vinculen poderosamente para que esa unión permita garantizar los cuidados a los nuevos miembros de la especie, extremadamente vulnerables a diferencias de otras especies animales.

Por tanto, subrayamos que la dopamina es un neurotransmisor, que tiene funciones muy importantes en la motivación y las recompensas, gestiona así mismo una buena parte de los deseos, en particular el deseo sexual y nos empuja a buscar novedades permanentemente.

Este mecanismo ya está presente en los niños y en las niñas. Numerosos testimonios revelan intereses y prácticas sexuales desde muy pequeños y reacciones corporales a diferentes estímulos. Ese hecho ya obliga, en sí mismo, a conocer los riesgos de todo tipo que parecen comportar una producción descontrolada y probablemente incomprendida en la mente de un menor.

Es muy probable que la dopamina ya comience a activarse en el cerebro de ese bebé contemplando absorto la pantalla con sus sonidos y sus luces de colorines. Parece difícil pensar en poner límites efectivos en la adolescencia, si desde la cuna no ha habido ninguno.

Un niño de 6, 8 o 10 años, que ha descubierto las sensaciones excitatorias de las imágenes sexuales, casi siempre a escondidas y con sensación de culpabilidad, debería tener presente estos hechos para poder comprender lo que le está ocurriendo. Pero, ¿Qué padre o madre conversaría sobre estas cuestiones?

Seguramente muy pocos, pero deberían saber que esto que señalamos podría estar ocurriendo y que sus corolarios en el ámbito de la salud pueden ser considerables.

A modo de resumen

En consecuencia, ningún otro vídeo, de cualquier género de los innumerables existentes, provoca escalofríos, erección, lubricación, nerviosismo, aumento de la frecuencia cardiaca y de la actividad respiratoria, inquietud, placer… como los que producen los films sexuales.

Son modificaciones inevitables de la Respuesta Sexual Humana (RSH) presente en todos los individuos desde el nacimiento y que ya vimos. Ninguna otra película cuenta con una motivación similar en el adolescente, cuyo cerebro se activa cuando hay algo que lo motiva emocionalmente.

Se ha dicho que el placer sexual constituye el refuerzo psicológico natural más importante de la especie humana. Esas imágenes que van directamente a nuestro cerebro más primario, embadurnadas de dopamina, seducen como ninguna otra. Cuando de sexo se trata, la producción de dopamina en nuestro cerebro puede cuadruplicarse. La dopamina es una droga natural de nuestro cerebro que nos da un chute de placer, alegría o felicidad. Es la recompensa natural más poderosa. Y es gratis.

Bajo esta perspectiva, puede entenderse el poder adictivo de las películas sexuales y su escalada sin límite a contenidos cada vez más duros y violentos que, a modo de telaraña, van atrapando al espectador/a que acaba a merced de ese torbellino que se le impone y que no es capaz de controlar, mitad entusiasmado, mitad culpabilizado, que solo resuelve con la siguiente masturbación.

Pero “la alegría en casa del pobre dura poco”, enseguida quiere volver a repetir, aunque sea con imágenes que jamás hubiera podido imaginar, que inclusive le puedan repugnar éticamente, pero es más fuerte la necesidad de sentir otra vez esa excitación.

Conversa con tus hijos/as

Este hecho ya de por sí obliga a padres y madres a hablar muy pronto de este tipo de acontecimientos que, más temprano que tarde, le tocará a la inmensa mayoría de nuestros chicos y chicas, pegados a su teléfono móvil, empantallados, en una sociedad digital.

En el programa TUS HIJOS VEN PORNO, sugerimos como criterio educativo, argumentado de manera clara, rechazar las Películas Sexuales Pornoviolentas (PSP) y un consumo controlado de Películas Sexuales Eróticas (PSE), en razón de que en la adolescencia hay que poner ciertos límites, a sabiendas de que los van romper o circunvalar. Igualmente sabemos que los retos y el esfuerzo, si bien están denostados, son imprescindibles para un desarrollo cerebral óptimo.

La violencia y la sexualidad son incompatibles y nunca deben ir de la mano, es un mantra que repetimos hasta la saciedad, por los riesgos de salud que puede conllevar y porque como dice Fredo Valla “solo hay dos caminos: destrucción y seducción”.

No obstante, también quiero trasmitir la idea de que, si algo se aprende, igualmente se puede desaprender. Nuestro cerebro también tiene zonas y estructuras encargadas de gestionar las decisiones y del control de la conducta, si bien su desarrollo completo parece situarse en torno a los 25-30 años. En consecuencia, existen terapias para superar los problemas de adicción a la pornografía y recuperar la normalidad.

Este asunto lo veremos en la próxima entrega. No sin antes subrayar la necesidad de que los progenitores dediquen algún tiempo a conocer y formarse en este tema.

Muchos padres y madres no son conscientes de la necesidad de hablar con sus hijos e hijas de sexualidad y de pornografía cuantos antes, agobiados por preguntas de este tipo: ¿Qué decirles? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué hablarles? ¿Cuántas veces? ¿Y si no preguntan?  lo que conlleva a abandonar el diálogo. En mi programa TUS HIJOS VEN PORNO, explico todo ello con amplitud y subrayo las consecuencias de repetir el bucle del silencio de generación tras generación.

El próximo viernes (PornEducation para el finde, ¿te atreves?  #PornEducationParaElFinde ) publicaremos el quinto artículo donde esbozamos el impacto de los estímulos sexuales de carácter audiovisual y la realidad del uso de películas sexuales pornoviolentas en menores y sus efectos en el cerebro. Hasta entonces.

(*) PornEducation para el finde, ¿te atreves?, es una nueva propuesta, una más, a modo de campaña de sensibilización, que quiere ofrecer contenidos formativos por medio de artículos de divulgación, que se publicaran en este blog cada viernes, para leerlos y comentarlos el fin de semana con tranquilidad, con el hashtag: #PornEducationParaElFinde

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