Consumo de porno en la infancia y sus efectos en el cerebro (V): la adicción a las películas sexuales.

PornEducation para el finde, ¿te atreves? (*)                          #PornEducationParaElFinde

Un nuevo artículo de José Luis García para leer y reflexionar el fin de semana.

En el anterior artículo (clica aquí) nos aproximamos a la implicación de una sustancia cerebral (se produce igualmente en el intestino) la dopamina, denominada también la molécula del placer, en el amplio espectro de las gratificaciones de las personas, en particular de la sexual y la afectiva, que son la base de este acercamiento que estamos haciendo, desde una perspectiva de divulgación, facilitando a las familias interesadas algunos contenidos formativos que pudieran serles de utilidad.

Hoy queremos abordar sucintamente uno de los efectos más conocidos que tiene el consumo de películas sexuales violentas: la adicción, cuestión ésta que hemos abordado ampliamente en nuestros libros TUS HIJOS VEN PORNO y en otros muchos artículos de divulgación.

Este aspecto me parece de singular importancia para entender los efectos del consumo precoz. Diferentes estudios sugieren que cuanto más  baja sea la edad de exposición, por las razones que vimos con anterioridad, más riesgos conlleva, al igual que sucede con otros tóxicos adictivos como el alcohol, el tabaco, las drogas o los vídeo juegos, a tenor de que  los mecanismos son similares.

Conductas adictivas en Internet

Se dice que la adicción a los dispositivos es ya un problema de salud a escala planetaria, que la situación de aislamiento derivada de la covid-19 no ha hecho más que ponerlo encima de la mesa. Recientemente la OMS categorizaba (en su sistema clasificatorio de los trastornos mentales CIE-11) la adicción a los vídeos juegos como “Trastorno mental del comportamiento o del desarrollo neurológico“(gaming disorder).  Es probable que no tarde mucho tiempo en que esa calificación se generalice para el resto de comportamientos de consumo abusivo asociados a Internet.

 No en vano, es usual leer en artículos científicos, en los medios de comunicación o en revistas especializadas, advertencias al respecto e invitación a plantear muy seriamente, algún tipo de desconexión digital de las pantallas, dado el riesgo de dependencia.

De todas maneras, creo que lo que seduce realmente son los contenidos más que las pantallas físicas y sorprende que se hable más de estas y no se mencione tanto el consumo de películas sexuales sean o no pornoviolentas (PSP), de videojuegos, apuestas online, sextorsión, comida, acoso, compras compulsivas en la red etc. hechos cada vez más normalizados y de uso creciente y, diría más, imparable.

En cualquier caso, los profesionales de la salud y de la educación se encuentran ante un desafío extraordinario, porque el propósito de la mayoría, si no todas, de las aplicaciones, portales, plataformas, RRSS … es la de crear consumidores compulsivos y, si son adictos, mejor. Al igual que les sucede a los medios de comunicación y las TV que “matan” por obtener  suscriptores, audiencia, porque lo jugoso es conseguir usuarios/as fieles, que incrementen el share y por tanto la publicidad ALMA MATER de todo este conglomerado. Es decir, lo de siempre, la pasta.

¿Por qué? desde mi punto de vista, en realidad de lo que se trata, es de generar beneficios en base a la monetización del tráfico de usuarios en cada plataforma o portal, y por ende de dividendos por publicidad, independientemente del efecto dañino que eso pueda producir. “No haber entrado”, “Eres libre de hacerlo”  o “Los padres son los únicos responsables de que sus hijos se enganchen”, dicen los defensores a ultranza  de la libertad de mercado( de SU libertad y de sus ganancias).

Un caso conocido fue el del propio gobierno de Japón. Según informaba elmundo_es, el gobierno japonés habría lanzado un concurso para recabar ideas con el fin de que los jóvenes beban más alcohol y revitalicen la industria alcohólica, con el lema “¡Viva el sake!”

Este hecho debe hacernos reflexionar para ponderar las ventajas e inconvenientes de una medida así ¿Cómo se sentirán los profesionales de la salud que trabajan duramente en prevención del alcoholismo?

A mi me parece una iniciativa triste, desoladora y lamentable. Los intereses de la industria priman sobre la salud de los/as ciudadanos/as, en el alcohol y en otras muchas sustancias adictivas: tabaco, azúcar, porno, drogas….

Esta, y no otra, siempre desde mi modesta perspectiva, es la finalidad fundamental, porque es la base de su negocio. Internet es la madre de todas las adicciones. El cultivo perfecto, como ya he analizado en otras publicaciones. Nos quieren consumidores abducidos por las pantallas, navegando por los infinitos portales, entretenidos en las RRSS, sin pensamiento crítico, mientras hacen unos negocios megamillonarios con la publicidad. A mi entender, es el invento más exitoso del neoliberalismo y del que hablábamos hace algún tiempo aquí y aquí.

¿Qué son las adicciones?

Por tanto existen muchas y variopintas conductas adictivas. ¿Cuál es la más adictiva? Hay diferentes opiniones por otros tantos especialistas y va a depender de muchos factores.  Creo que el poder adictivo del porno es muy significativo por las características que tiene, particularmente referidas al deseo sexual como motivador de la conducta, y que le hace ser diferente a otras adicciones a no sustancias (compras compulsivas, RRSS, apuestas on line, videojuegos…) y a las sustancias (alcohol, tabaco, drogas… incluso el azúcar).

La inmensa mayoría de la sociedad consume en alguna medida este tipo de sustancias y no sustancias. El grupo juvenil es uno de los que mayor crecimiento ha experimentado. La estructura socioeconómica de nuestra sociedad obliga a ello. Está previsto que sea así. Sin embargo, en determinadas personas y circunstancias, este consumo acaba siendo abusivo, en la medida en que el individuo va a dedicar más tiempo a consumir porque necesita hacerlo. Si no lo hace va a experimentar un malestar psicofisiológico. Por tanto, se le impone, no puede controlarlo, aunque ello comporte un deterioro de sus relaciones sociales, personales y familiares y, por tanto, de consecuencias laborales, económicas o de salud.

Estamos hablando de personas que están varias horas, a diario, en las redes y que no es su forma de trabajo (tipo youtubers, instagramers o ticktockers…)

Muchos padres se quejan del comportamiento de sus hijos/as cuando les quitan el móvil, olvidándose que es similar al, que presenta un adicto al alcohol o al tabaco. Es como un síndrome de abstinencia, es decir el cuerpo necesita esa sustancia y la persona expresa ese malestar en forma de manifestaciones más o menos agresivas. Todos conocemos a alguna persona adicta y sabemos que esa adicción le cambia completamente su vida, su familia, sus relaciones, su trabajo…

Para considerar una conducta adictiva es preciso el estudio profesional pertinente, donde se valorarán entre otras variables, el tipo de adicción, el grado de tolerancia, las características y motivaciones del consumo, así como sus efectos tanto físicos, psicológicos y sociales. Según diferentes especialistas, muchas personas con este tipo de comportamientos, también suelen presentar algún tipo de trastorno mental.

Adicción al porno

Desde mi perspectiva educativa y preventiva, es importante que nos centrémonos en hablar de control, de decisión, de elegir en definitiva, frente a las fortísimas presiones que no solo no van a seguir, sino que se incrementarán en el futuro. La educación pretende formar adultos que sean capaces de tomar decisiones saludable para ellos/as y para su comunidad. Con una sólida formación, se trataría de encontrar un equilibrio entre el clásico dilema del uso y el abuso, no siempre fácil para aquellas personas más vulnerables cuyos efectos van a depender de la personalidad del individuo, la frecuencia del consumo, la edad o el tipo de contenidos, entre otros factores de interés.

Lo cierto es que tenemos que capacitar a nuestros niños y niñas a que vayan tomando decisiones, en aras a un mayor bienestar y salud para ellos/as, aunque su cerebro inmaduro se lo va a poner difícil. Pero hay que transmitirles por activa y por pasiva, y con nuestro propio modelo de comportamiento, que hay vida después de Internet. Que hay actividades muy gratificantes fuera de las pantallas.

La adicción a las películas sexuales, a la que nos aproximaremos en estas líneas, es solo una de las numerosas adicciones que está generando la red y que, cabría pronosticar, podría convertirse en un grave y generalizado problema de salud mental en las próximas décadas. Ya hay algunos servicios públicos de salud que ofrecen atención profesional en este área.

“Es como si el porno me llamara. En todos los sitios, a todas las horas. Estoy deseando ir a casa, dejar a los amigos, sentarme ante mi gran pantalla y entrar en mis webs favoritas. Eso me calma, al menos durante el tiempo que dura la excitación y la paja. Reconozco que no controlo este impulso que me lleva a verlo constantemente. Es como si tuvieras en tu cabeza un enano que te dice, venga, vamos, hazlo, te sentirás mejor… y no se va hasta que lo haces. Luego estás más tranquilo, pero dura poco. Enseguida, vuelta a empezar”.

Una de las conclusiones más repetidas de diferentes estudios científicos sobre las repercusiones del consumo de las películas sexuales es la adicción, (algunos se refieren al consumo abusivo o conducta adictiva) que, como he dicho, es comparable a la que sufren las personas que tienen un elevado grado de dependencia al tabaco, el alcohol o las drogas, ya que exhiben un patrón similar, tanto a nivel neurológico como conductual. Una de la diferencias, nada baladí, es que aquellas son completamente gratuitas y accesibles. En su smartphone, pegado en la palma de la mano.

Hay numerosos estudios científicos, como el del equipo de Todd Love, que subrayan que “la adicción a la pornografía en Internet encaja en el marco de la adicción y comparte mecanismos básicos similares con la adicción a las sustancias” considerándola como una adicción conductual y, por ende, siguiendo ese patrón.

Yo suelo referirme a una conducta adictiva y siguiendo a otros muchos expertos, la considero un trastorno de control de los impulsos de naturaleza sexual. Mas temprano que tarde se incorporará como tal en alguna nueva versión del DSM, sistema clasificatorio de salud mental de los profesionales a nivel mundial.

Como señala el testimonio que introduce este artículo, las personas suelen vivir esta situación, compulsivamente, como una poderosa presión, un ansia por llevar a cabo ese comportamiento, que escapa a su control, tan fuerte que les impele a seguir adelante aun a costa de las consecuencias que comporta y que son, por otra parte, conocidas por quienes la sufren.

El hecho de no llevarla a cabo le produce elevados niveles de estrés y ansiedad provocándole gran sufrimiento emocional, toda vez que puede acabar afectando al conjunto de su vida personal, familiar, social y laboral.

La preparación previa, ya de por sí excitante, y su visionado son relevantes, claro , aunque la masturbación posterior, es determinante, puesto que una vez que se ha provocado el placer orgásmico fisiológico, unido al que deviene de poder hacerlo, de conseguirlo, y de lograr una cierta calma temporal, la persona con esa dependencia frecuentemente quiere más, ya está pensando en el siguiente vídeo. Nunca está satisfecha. La dopamina, siempre quiere más.

Como vimos en el anterior artículo, la dopamina no encuentra sosiego. No da tregua, en la ansiada búsqueda de la satisfacción TOTAL, que no existe y por eso nunca llega. De ahí que cueste tanto dejar la adicción a la pornografía, como suelen reflejan muchos testimonios. La persona está encadenada a esa actividad, depende de ella y no la puede controlar. Se le impone.

La primera adicción

Lo cierto es que, dada la amplia disponibilidad de material sexualmente explícito en Internet, la adicción al sexo es una forma común de problemas de conducta entre los usuarios de la red, siendo mucho más frecuente en hombres. Las mujeres, a menudo parejas de ellos, son las que suelen dar la voz de alarma. Porque ni en la pareja, ni en amplios sectores sociales, comúnmente se habla de ello, parece invisible.

Pero a las mujeres, aunque menos consumidoras, por ahora, el hecho del que ellos consuman más, va a tener serias repercusiones directa o indirectamente. Recibo frecuentemente testimonios de chicas jóvenes y de mediana edad que relatan su malestar porque su pareja trata de reproducir las prácticas sexuales del porno violento, tal y como analizamos aquí.

Para entenderla mejor, convendría recordar que, en mi opinión, la adicción al sexo es la primera adicción del ser humano, como he señalado en esta serie de artículos, porque me parece una idea central. Estamos programados genéticamente para tener relaciones sexuales con la finalidad de continuar la especie. Es cierto que nuestro córtex nos permite tomar decisiones racionales, pero el centro de recompensa cerebral se activa, muy fácilmente, a través de los estímulos visuales que tienen que ver con el placer y la satisfacción.

En una sociedad hipersexual hay abundante y constante estimulación por doquier. La ausencia de educación sexual, endémica en nuestro país, impide disponer de filtros adecuados para entender y regular esa erotización constante.

Por otra parte, el dispositivo de respuesta sexual en la especie humana está listo al nacer, activándose con facilidad a través de esos estímulos audiovisuales. Desde mi perspectiva, ese hecho permite comprender mucho mejor la adicción a la pornografía y al cibersexo, en un contexto en el que Internet ha metido los contenidos sexuales en todos los hogares.  Estas dos, junto a la adicción al sexo, constituyen la trilogía de conductas adictivas que tienen que ver con esa motivación primigenia, aunque tengan algunas peculiaridades cada una de ella.

Películas sexuales eróticas y pornoviolentas.

En mi juventud había pornografía en revistas dentro de bolsa opacas o en semanarios generales como Interviú o PlayBoy, ambas ya en el olvido, desplazadas sin remisión por los avances digitales, en el Canal + codificado y en los cines X. Siempre ha habido estímulos sexuales y los seguirá habiendo, porque el deseo sexual es muy poderoso y así lo requiere, mientras exista la especie humana. Lo que cambia son los formatos que van de la mano de los avances tecnológicos.

Sin embargo, lo que ocurre en la actualidad es otro mundo: la total accesibilidad a miles de millones de vídeos porno, muchos de ellos con diferentes dosis de violencia, gratuitamente, a cualquier hora del día o de la noche, a través de Internet ha trastocado el escenario.

Es conocida la ‘Teoría de la triple A’ (Accessibility, Affordability, and Anonymity, es decir: son accesibles, asequibles y gratuitas y puede visionarse en el más absoluto anonimato) lo que facilita además el consumo a escondidas de pornografía.

 Aunque en realidad sería cuádruple: porque habría que añadir Aceptabilidad, que caracteriza el uso de los vídeos pornográficos en Internet en la sociedad actual, cuatro características que explicarían el éxito de la pornografía, sin olvidar lo más importante: que excita y produce placer. Quizá, esa y no otra es la verdadera razón de su éxito.

Con todo, este anonimato ha sido señalado como un factor de riesgo por algunos investigadores. Y, lo que es muy importante, sin la capacitación necesaria para entender esa explosión de excitación única e ilimitada, que ofrecen las películas sexuales, sean estas eróticas (PSE) o pornoviolentas (PSP).

Esta distinción, que incluye otras modalidades como he dicho reiteradas veces, ( por ejemplo Películas Sexuales Educativas y Películas Sexuales Terapéuticas) a pesar de las críticas y exabruptos recibidos por hacerlo, me parece muy pertinente como elemento previo a la conducta adictiva y la he propuesto sugiriendo un consumo racional y controlado de las películas sexuales eróticas. Sin embargo una vez establecida la dependencia patológica resulta mucho más complejo esa diferenciación.

Es preciso señalar que ambas modalidades pueden generar adición, si bien el daño en otros órdenes es más evidente en las que presentan diferentes dosis de violencia (PSP), razón por la que hemos sugerido como criterio educativo RECHAZARLAS sin PALIATIVOS.

En las de características eróticas, (PSE) ya que no se observa ningún tipo de violencia entre otras consideraciones diferenciales, hemos sugerido ese tipo de consumo , en razón de la necesidad de disponer de estímulo sexuales que tiene el deseo sexual para su activación, desde hace millones de años, siendo los audiovisuales los que tienen un efecto más poderoso, resultado de la evolución tecnológica, máxime en una sociedad centrada en las imágenes.

Claro que hay otros estímulos en forma de textos, cómic, audios…que también son recomendables, siempre que no exhiban violencia, siguiendo en la línea propuesta. Para mi, resulta prácticamente imposible eliminar radicalmente este tipo de recursos eróticos y su sola pretensión en el momento presente, una cierta pérdida de tiempo y ser objeto de feroces críticas, en un modelo de desarrollo neoliberal que tiene una salud de hierro en una sociedad conformista y anestesiada. Es un claro problema político. Algún día los/as políticos/as, tendrán que negociar con las productoras de cine pornográfico.

Ya ha ocurrido con el alcohol y con los infinitos productos adictivos que están presentes en nuestra vida cotidiana y que, con mayor conocimiento y educación, tratamos de controlar su consumo. La capacitación específica que vengo proponiendo desde hace muchos años, es la ÚNICA alternativa para hacer frente a la omnipresencia de las películas sexuales.

No obstante, una vez instaurada la adicción los criterios terapéuticos van a requerir la exigencia de no consumir ninguna de ellas. Lo veremos en el próximo artículo.

Asesinos en serie adicción a la pornografía

Beatriz Izquierdo, abogada y criminóloga, en su libro “De los Reyes Magos al porno“, cita un hecho común a una buena parte de los asesinos más sanguinarios y sádicos conocidos en el mundo: el consumo abusivo de pornografía.

Como ella, otros especialistas destacan un hecho común: Parece que, en la biografía de estos delincuentes, abundan hechos tales como consumo precoz de alcohol y sustancias estimulantes, actividad sexual temprana en algunos casos con tintes psicopatológicos, parafílias, abusos sexuales infantiles o experiencias sexuales desagradables.

Esta autora, cita a Robert K. Ressler, que estudió a más de 100 asesinos, y entre otros aspectos señala que “La mitad dijo haber fantaseado con violar a alguien entre los 12 y los 14 años, y más del 80% confesó haber consumido pornografía”.

El más mediático de estos asesinos fue Ted Bundy, que confesó 36 muertes, entre ellas una niña de 12 años, si bien la policía estimaba que podrían haber sido cerca de 100 asesinatos en los que habría estado implicado.

En una entrevista previa a su ejecución, afirmaba lo siguiente:

“Mi experiencia con la pornografía que aborda la sexualidad desde un prisma de violencia, es que cuando te haces adicto a ella(y lo considero una especie de adicción, (…) como en una adicción, ansías y ansías algo que cada vez  se va haciendo más y más difícil de conseguir… algo que te consiga excitar más, hasta que llega un momento en que la pornografía ya no basta… y llegas a un punto de inflexión en el que empiezas a preguntarte si quizás hacerlo realmente te dará una mayor excitación que la que te produce solo leer o ver (…) llevo bastante tiempo en la cárcel y he conocido a muchos hombres con tendencias violentas como yo y, sin excepción, cada uno de ellos estaba profundamente enganchado a la pornografía, no hay duda de eso. Sin excepción, cada uno de ellos estaba profundamente influido y consumido por una adicción a la pornografía. No hay duda alguna”.

Superestímulos sexuales

Hablamos de los superestímulos sexuales porque presentan algunas peculiaridades de interés: son ilimitados, con infinitas posibilidades y están al alcance de la mano, a un clic, de niños y niñas con acceso a la red, donde tienen a su disposición millones de hombres y mujeres de todas las características inimaginables, sexys y seductores que excitan irremediablemente. El smartphone es el instrumento ideal para iniciar una conducta adictiva.

Además, nunca se acaban, siempre hay más, cualquier practica sexual que busques por rara o dura que esta sea, la tienes en alguna web porno. Es el enganche perfecto. No hay otro como él. ¿Se imaginan que hubiera máquinas expendedoras gratuitas de tabaco, alcohol y drogas en las escuelas? Pues, bien, en la mano de cualquier chaval, en la pantalla de su móvil, está abierta esa posibilidad: hay una máquina de esas que procura dosis ilimitadas de excitación y de placer sexual. Y gratis ¿Quién da más dopamina?

Lo que no hay ninguna duda es que el consumo de películas sexuales, puede generar adicción, similar a otro tipo de adicciones más conocidas, patrón que nos puede ayudar a comprender aquella. Este criterio es sugerido y abordado con amplitud, en las intervenciones educativas de mis TALLERES PARA MADRES Y PADRES VERGONZOSOS.

Numerosos especialistas no dejan de advertir de los riesgos adictivos de las diferentes plataformas de Internet, en particular las que promueven contenidos sexuales y los comparan con otras conductas adictivas como el alcohol, el tabaco, las drogas o los videojuegos.

Diferentes investigaciones sugieren que la edad de comienzo en el consumo de porno, está relacionado con la gravedad de la adicción al mismo y a sus contenidos. Los usuarios más precoces tienen más probabilidad de ser adictos y acabar consumiendo pornografía infantil y extrema, durante más tiempo.

Dentro de la abundante producción de investigaciones sobre las conductas adictivas y la pornografía, y con el fin de no extendernos en demasía, en este artículo quiero recomendar una página (UNA SOLA de las muchas que hay) de Reboot Nation, donde hay centenares de estudios que la abordan, para quienes quieran profundizar en este extremo. 
Reboot Nation es una fundación sin ánimo de lucro, que ofrece todo tipo de soportes  para el estudio, investigación y divulgación en este ámbito. Fue creada por Gary Wilson uno de los especialistas más destacados en este tema y que, lamentablemente, murió joven. 

En esa página citada, donde puedes disponer de varios centenares de artículos, se advierte, por ejemplo que:

Comprender la adicción a la pornografía en Internet significa comprender los mecanismos de adicción. Todas las adicciones comparten el mismo neurocircuito central, que funciona con los mismos neuroquímicos (aunque cada adicción también involucra  otros circuitos neuronales y neuroquímicos que difieren entre las adicciones).

Se destaca que las adicciones de comportamiento (adicción a la comida, juegos patológicosvideojuegosadicción a Internet y adicción a la pornografía) y las adicciones a sustancias, comparten muchos de los mecanismos fundamentales  y , así mismo, alteraciones que les son comunes en anatomía cerebral y química.

Por tanto como sexta conclusión de esta serie, diría que la adicción a la pornografía es un problema de salud de primera magnitud que está relacionado con otras adicciones, alteraciones cerebrales y otros trastornos en la conducta. Muy probablemente eclosionará en las consultas de Salud Mental en los próximos años.

En este sentido, por ejemplo, la investigación y la clínica sugieren que detrás de algunas conductas adictivas puede encontrase un trastorno de salud mental (la llamada patología dual) lo que refuerza la necesidad de una atención profesional.

Tampoco tenemos ninguna duda de que una adecuada educación sexual específica, científica y profesional, tanto en la familia como en los centros de enseñanza de manera obligatoria, contribuiría a prevenir los efectos de este consumo. No hay muchas más oportunidades.

Muchos padres y madres no son conscientes de la necesidad de hablar con sus hijos e hijas de sexualidad y de pornografía, y de otros temas básicos, cuanto antes, agobiados por preguntas de este tipo: ¿Qué decirles? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿De qué hablarles? ¿Cuántas veces? ¿Hasta donde hay que informar? ¿Y, si no preguntan?  lo que conlleva, en no pocas veces, a abandonar el diálogo, como les ocurrió a ellos/as. En mis publicaciones (TUS HIJOS VEN PORNO 1 y 2) y actividades formativas, explico todas estas cuestiones en profundidad y subrayo las consecuencias de repetir el bucle del silencio de generación tras generación.

El próximo viernes (PornEducation para el finde, ¿te atreves?   #PornEducationParaElFinde ) publicaremos el sexto artículo donde sugeriremos algunas consideraciones prácticas respecto de la adicción. Hasta entonces.

Si te parece de interés, comparte los artículos con tus amigos/as y contactos.

(*) PornEducation para el finde, ¿te atreves?, es una nueva propuesta, una más, a modo de campaña de sensibilización, que quiere ofrecer contenidos formativos por medio de artículos de divulgación, que se publicaran en este blog cada viernes, para leerlos y comentarlos el fin de semana con tranquilidad, con el hashtag: #PornEducationParaElFinde

Foto portada: Foto: Cottonbro de Pexels

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