INSTAGRAM: LA CENSURA SEXUAL QUE NO CESA

Nuestra sociedad occidental, aparentemente moderna, ilustrada y civilizada, defensora de los derechos y libertades de los ciudadanos/as, arrastra hábitos censores atávicos, que no hay manera de que desaparezcan.

Las cuestiones sexuales siguen siendo las más sensibles a ese espíritu censor propio de los totalitarismos dogmáticos y de las sectas. La oposición feroz a nuevas propuestas, científicas y profesionales, en el ámbito de la educación sexual es una buena prueba de ello, circunstancia que hemos analizado en nuestro libro Sexo, poder, religión y política. No sólo no se quieren cambios en los modelos tradicionales bien conocidos y experimentados durante siglos, sino que se oponen radicalmente a ellos.

Si quieres saber más, clica aquí.

 Y dentro de las cuestiones sexuales, la pornografía, la prostitución, el aborto o las agresiones sexuales, se llevan la palma. Justo los temas que yo suelo abordar y, por tal razón, me tocan todos los muñecos de la tómbola.

Las Redes Sociales son un claro ejemplo de esa filosofía que pretende amputar el pensamiento crítico y los conocimientos necesarios para una mejor salud sexual de los/as ciudadanos/as. Como hemos señalado en otras ocasiones estas plataformas tienen el objetivo de crear ciudadanos/as sin pensamiento crítico, consumidores compulsivos y adictos a las pantallas.

Primero fue Amazon que me edito mi primer libro (Niños(y niñas) pornográficos) y a los pocos días prohibió la venta en su plataforma, ocasionandome un coste personal, profesional y económico de envergadura.  En esta entrevista hablo de ello.

 Luego vino Twitter que suspendió mi cuenta @JosLuis70921676  con más de 18.000 seguidores/as durante casi tres meses, después de un trabajo ímprobo de reclamaciones de todo tipo.

En este artículo explicamos que pasó.

Agotador.

Y ahora Instagram, la red donde se permite todo, excepto la totalidad anatómica de un pezón femenino, suspende mi cuenta con 5000 seguidores/as, por un tuit en el que informaba de una agresión sexual en grupo.

Desesperante.

Además, sin darte ninguna explicación, con un desprecio absoluto por el autor, creador de contenidos -que gratuitamente, paradoja donde las haya, sirve a los intereses de la propia Red Social- desprecio que se extrapola de una tacada a los/as seguidores.

Ha habido censuras puntuales otras veces, de menor importancia a modo de advertencia, en Twitter y en IG. Incluso en LinkedIn, una red profesional que no acaba de encajar bien los posts sobre la sexualidad y las cuestiones que la envuelven. Sorprende porque habrá pocos temas que generen tanto interés y tantos beneficios económicos como los que tienen que ver con el hecho sexual humano, por los excelentes negocios que se crean en torno a él.  En este artículo hablamos de los negocios que rodean a la pornografía.

Parece que tocamos hueso en la moralidad hipócrita de estas plataformas, empresas y aplicaciones neoliberales que, excepcionalmente, tienen amagos de convertirse en un modelo moral de conducta a seguir. O al menos nos lo proponen. Pero no engañan a nadie, solo les importa hacer caja, porque los contenidos “sexuales” que promueven todas ellas, son en muchos casos vergonzantes. IG y Twitter destilan por todos sus poros, algunos de los temas sexuales más escabrosos, pero eso, según parece, carece de trascendencia.  

En todo caso lamentable, ya que se tira por la borda todo un trabajo serio y riguroso de divulgación y de educación para la salud en el área de las conductas sexuales. Y te hace perder tiempo innecesariamente con gestiones absurdas y sin sentido. Por fortuna todavía tenemos energía para combatir esta flagrante injusticia.

Una suspensión de esta naturaleza te obliga, al menos a mí, durante este tiempo, a solicitar por activa y por pasiva su devolución y, a través de la propia red, miles de mensajes de otros tantos usuarios que han reclamado su devolución, por considerarlo injusto y arbitrario.

Una enorme pérdida de tiempo.

Desprecio por el autor y sus seguidores/as.

Por tanto, se trata no solo de un claro error, sino también de UNA FALTA DE RESPETO AL PROFESIONAL Y A SUS SEGUIDORES/AS. Se confunde, probablemente de manera intencionada,  promover el consumo de porno o alentar la producción y distribución de esos vídeos, con el análisis serio y riguroso de los efectos de su exposición en menores, que es de lo que van mis publicaciones. Dicen que es solo responsabilidad de los algoritmos. Pero ¿Quién programa esos algoritmos?

En mi caso concreto, nunca he insultado a nadie, ni he manifestado violencia ni mensaje de odio alguno en mis tuits, circunstancias que, muy al contrario, están presentes en infinidad de cuentas diariamente y que no son suspendidas. La intolerancia, la mala educación, la crispación y el odio, son el pan nuestro de cada día en no pocas cuentas de estas RRSS. Y ahí siguen.

UNICAMENTE me he dedicado a divulgar conocimientos y reflexiones sobre educación para la salud sexual, basados en mi experiencia profesional de 44 años, contenidos que han sido reconocidos por los varios miles seguidores que tengo en las diferentes cuentas.

Soy un profesional de la salud y, como bien saben mis lectores/as, suelo publicar informaciones relacionadas con la educación sexual y el consumo de pornografía violenta en menores y jóvenes, desde una perspectiva científica y basándome en investigaciones serias y rigurosas. Y, eso sí, reconozco mi compromiso activo contra la violencia sexual.

Durante mucho tiempo mi objetivo ha sido inequívocamente el de generar contenido serio y riguroso para compartirlo con mis seguidores.

Por tanto, hablo de la pornografía como un objeto de estudio científico y no tiene nada que ver con el consumo, ni la distribución. Opino que deberían establecerse con claridad esa diferencia en estas RRSS. En concreto me he dedicado a estudiar los efectos del consumo de porno en menores y publico testimonios de personas adictas al porno o hablar de sus consecuencias, con el fin de PREVENIR Y EVITAR PROBLEMAS DE SALUD.

Creo que Instagram ha cometido UN GRAVE ERROR, al confundir incitar al consumo o promover su producción y distribución, con prevenir los efectos del consumo de pornografía en menores. Nada más lejos de la realidad. Son dos actuaciones opuestas. Y aunque alguna vez lo he hecho, me niego a modificar el término porno por otro que sortee los controles como p0rn0.

Por todo ello he solicitado la activación inmediata de mi cuenta, por respeto profesional y respeto a los casi 5000 seguidores que seguían con interés mis publicaciones, generalmente familias y profesionales de la salud en Instagram. Confío en que mi cuenta será restablecida de inmediato.

Si tienes cuenta en Instagram, te agradecería compartieras este artículo. Me he creado una nueva cuenta con el usuario jlgarci19.

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