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Tengo el placer de comunicarte que la URJC, dada la evaluación positiva de la primera edición, ha abierto la segunda convocatoria para el curso 2023-2024 del “Experto/a en Prevención de los Efectos de la Pornografía en la Salud Afectivo-Sexual” ¡Fantástico! Aquí tienes más información sobre esta iniciativa pionera.
“Mire usted, si no la trato con fuerza, la llamo puta y le aprieto el cuello, no me excito. Necesito hacerlo para correrme. A ella no le gusta, pero no puedo evitarlo.” R. 17 años
“Si me prestas los apuntes de ayer, te hago una mamada”. M. 16 años
La niña de Badalona
Me cuentan que la niña de 11 años, violada en manada a punta de cuchillo en los lavabos de un centro comercial de Badalona, no dijo nada a nadie después de ser salvajemente agredida. A nadie. Se lo calló durante meses. Fue su hermano el que, al ver los vídeos grabados de la agresión, compartidos indiscriminadamente en Internet que le pasaron sus colegas, dio la voz de alarma y ella lo acabo reconociendo y denunciando. Hermano al que los agresores matones, amenazaron de muerte por haberlos denunciado.
Nadie de los que vieron el vídeo, puso en manos de la justicia esa violación en manada a una niña de 11 años. Lo siguieron compartiendo. Es terrible constatar la ausencia más absoluta de empatía y de compasión, no solo de los protagonistas salvajes que violaron, sino también de los que aplauden y se excitan con esas imágenes, compartiéndolas, además, alimentado un círculo sin fin.
¿Y qué decir, así mismo, de la gran mayoría de la sociedad que observa esos hechos uno tras otros, noticia tras noticia, y no se compromete a prevenirlos con todos los medios disponibles? ¿O solo se conmueve el tiempo que dura la lectura de la noticia? Porque el “Balance de Criminalidad del Ministerio del Interior recoge que en 2022 se denunciaron en España 2.870 violaciones, ocho al día o una cada tres horas, lo que supone un incremento del 33,9 % en comparación con 2021 y del 53,2 % en relación a 2019″.
En cualquier caso, la menor se lo calló, como se lo callan y han callado millones de mujeres y de niñas (también niños) violentadas a lo largo de la historia. Y jamás lo comunicarán, ni menos denunciarán. Lo regurgitaran cada noche, en su cabeza durante años, a lo largo de toda su vida, en silencio, culpabilizándose por lo sucedido. Mientras, los agresores siguen su vida con normalidad, orgullosos por lo ocurrido. Hasta la siguiente víctima. La balanza de la justicia es una pura obscenidad.
Clara Casanova, una superviviente a una agresión grupal, que ha arrastrado desde entonces depresiones profundas y estrés postraumático, señalaba en una entrevista que “Si os ha pasado algo así habladlo, porque el silencio te mata”.
La mayoría de los expertos admite que muy pocas víctimas lo comunican y, menos aún, son aquellas que denuncian esos execrables hechos, circunstancias que da una idea del drama que viven muchísimas niñas y niños, futuros adultos traumatizados y con diferentes grados de trastornos mentales.
En la consulta clínica psicológica es frecuente encontrar casos, ya de adultos, que recuerdan esas experiencias, conmovidos y aún con la voz temblorosa. Es una cicatriz que nunca se cierra y que puede condicionar toda su existencia posterior.
Bueno, en realidad la niña de Badalona, tuvo el arrojo de hacerlo. Se lo comunicó al guarda de seguridad del centro comercial, pero este no le hizo ni caso. Razón de más para no volver a decirlo a nadie, excepto cuando su propio hermano y su familia le mostraron la prueba inequívoca de la tragedia, el vídeo infame, por lo que no le quedó más remedio que reconocerlo. Y ese guarda, seguramente, se fue para su casa ese día, con la conciencia bien tranquila.

No voy a detenerme en el drama humano de esa niña y del calvario que habrá recorrido ella y su familia desde entonces y del estigma social que tendrán desde ese preciso momento. Según parece, la familia tuvo que abandonar la ciudad por la presión y las amenazas. Terrible: violada y apaleada.
Lamentablemente la alarma social dura lo que dura la noticia… hasta la siguiente. Este es el verdadero drama: la insensibilidad social y la ausencia de empatía y compasión que no es más que un trastorno mental colectivo, de la propia sociedad.
La empatía es imprescindible para desencadenar conductas de ayuda, mediante la compasión que nos conmueve, poniéndonos en los zapatos de quien sufre, y nos impele a echarle una mano. Son las neuronas espejo las que están implicadas en el proceso. Lo contrario es egoísmo e individualismo del “sálvese el que pueda”, anhelo que parece ser protagonista en una sociedad anestesiada.
La agresión sexual a una mujer o a un menor , evidencia a un hombre que: 1 º Le importa una mierda la vida de esa persona, porque se la jode para siempre. 2º Solo le interesa su satisfacción egoísta de correrse, descargarse fisiológicamente y demostrarse así mismo que puede hacerlo, que tiene poder, aunque sea un cobarde. 3º Traspasa un límite peligroso: pierde su capacidad de empatía y compasión propia de la especie humana. Si ha sido capaz de hacer eso, puede repetirlo y ¿por qué no hacer otras brutalidades donde se pisotee la dignidad de otra persona, porque ha perdido la ética? El asunto es muy serio, porque le puede pasar a cualquier mujer, niño o niña.
Suicidio después de un acoso
A menudo, vemos en los medios de comunicación la situación dramática de niños y niñas que se han suicidado, porque no han podido aguantar más el sufrimiento y el dolor de ser despreciados. De ser diferentes. No es fácil soportar la mofa y el escarnio permanente de tus propios compañeros de clase.
El caso de una niña francesa de 13 años conmovió durante unas horas a muchas personas. La niña se suicidó “tras sufrir un acoso diario de palizas, desprecio y humillación por parte de sus compañeros del colegio”, según informó la prensa. Esta niña, antes de tomar la decisión letal, escribió una desoladora carta de despedida para sus padres advirtiendo del peligro que corría otra amiga suya en similares circunstancias.
Pero, si ya es dramático el caso en sí mismo, el estupor no tiene fronteras cuando esos acosadores, se mofaron de la muerte de la joven con frases como: «Lindsay por fin está muerta» y «Voy a mear en su tumba». Es decir celebraron su muerte, la que ellos habían provocado. ¿Qué grado de empatía y compasión tienen estos sujetos?
El destrozo de la empatía y de la compasión
“En los vídeos porno, veo como trata el actor a la chica, lo que le dice y lo que le hace para que ella se ponga las pilas y haga de todo lo que a él le gusta. Yo hago lo mismo con mi novia. Y funciona. Al principio parece que no quiere, la asfixio un poco, unos azotes fuertes, le digo mi putita y esas cosas y le gusta”. R. 17 años
No hay duda de que la pornografía violenta está cambiando las prácticas sexuales de jóvenes y adultos, como he advertido en estos dos artículos. La violencia sexual se considera una forma de sexualidad aceptable, hecho que, de generalizarse, podría ser considerado como un claro retroceso de la humanidad en el desarrollo de su empatía y compasión. Dado que este aspecto me parece fundamental, me detendré unas líneas.
Hay evidencia científica suficiente como para considerar un vínculo entre el visionado de Películas Sexuales Pornoviolentas y las actitudes y conductas sexuales con violencia. Algunas agresiones sexuales en manada a niñas, grabadas y subidas a Internet, son el ejemplo claro de la pornificación de esa agresión, emulando lo que han visto cientos de veces en sus pantallas, excitados y masturbándose con ellas, compartiendo el anhelo de experimentarlo en el grupo, lo que hipervalora aun más su consecución, considerando que a todas las chicas les gusta así.
El visionado precoz y abusivo, sin una educación sexual profesional y científica que haga de contrapeso a este tipo de representaciones, parece tener diferentes efectos cerebrales, entre otros el de desensibilizar ante esas imágenes agresivas.
El sujeto se acostumbra a ellas, alterando su capacidad empática y de compasión ante la persona que la sufre. Se distorsiona la capacidad de poner límites, de traspasar la línea roja que se supone hemos aprendido a lo largo de nuestra educación – también en el desarrollo evolutivo como especie- y que nuestras neuronas espejo nos lo evidencian. Una especie de cortocircuito que bloquea el normal funcionamiento, obstaculizando el mecanismo psicológico de ponerse en el lugar del/a otro/a cuando sufre. Incluso con riesgo para la propia persona.
Por tanto, estamos hablando de la alteración de dos capacidades humanas como son la compasión y empatía, tanto de los agresores como de aquellos/as que compartieron el vídeo (o de los que acosadores que celebraron la muerte de la niña) y de la sociedad que mira para otro lado. Estas dos capacidades son inherentes a nuestra especie, porque son necesidades asociadas a su propia supervivencia. La convivencia social en armonía o la solidaridad, requieren de dosis enormes de ambas.
Lo que muestra la Antropología
Una fractura ósea entablillada y curada de un esqueleto primitivo, indica que alguien había dedicado su tiempo a ayudar a la persona que había tenido algún percance y le habría socorrido generosamente o, por lo menos, en razón del trueque más primario: hoy por ti y mañana por mí. Es pues algo ancestral y fue señalado por la antropóloga Margaret Mead, como un hecho primigenio de la civilización, mucho más significativo que otros descubrimientos de diferentes útiles de trabajo o de la vida cotidiana, del grupo de individuos que vivió en aquellos lares.
Un trabajo de Ignacio Martínez, Catedrático de Antropología, señala como hechos significativos en la evolución de la especie humana la capacidad de trabajar en equipo, el espíritu de colaboración, la tolerancia y el respeto en las relaciones. Este experto paleontólogo nos habla de Benjamina un fósil de hace al menos medio millón de años que podría corresponder a una niña de 10-12 años, con una lesión cerebral, discapacitada por tanto, que sobrevivió por los cuidados, por el apego afectuoso, la empatía y la compasión de quienes estaban a su lado, constituyendo uno de los primeros ejemplos de integración que se conoce, un amor fosilizado, como lo denominan sus descubridores. A diferencia de otros animales que dejan a las crías vulnerables a su suerte, la especie humana los cuida y protege. Para criar a un humano, hace falta una tribu, dice Yuval Noah en su libro Sapiens.
Por tanto, la consciencia de proteger a las crías, respetarlas, de dejarles el mejor legado para que ellas sigan la cadena, genéticamente programada, es la esencia de la evolución. ¿Cuál es el sentido de la vida?, se pregunta Ignacio Martínez,” el sentido de la vida es muy fácil. Es llevar el testigo hacia los siguientes”.
Incluso hay especialistas como Frans de Waal, que van más allá, afirmando que la empatía es propia de los mamíferos: “Nacemos con empatía. Todos los mamíferos tienen empatía, en el sentido de que son sensibles a las emociones de los demás y les afectan las emociones de los demás” a pesar de que estas ideas fueron rechazadas en algún momento.
En cualquier caso, opino que todas las sociedades tienen establecidos una serie de tabúes para salvaguardar su supervivencia. Son límites que no se deben traspasar, so pena de despeñarse por el acantilado. Uno de ellos es el incesto. Otro es la violencia sexual con menores.
No se me diga que hay culturas que los han promovido. También la explotación infantil o la esclavitud. ¿Y? En cualquier caso, ello nunca lo justifica en sociedades civilizadas y mucho menos, como algunos grupos poderosos de alcance planetario pretenden, considerar la pedofilia y la pederastia como una orientación sexual.
Lamentablemente las agresiones sexuales a menores, hechos que vemos a diario y que constituyen una pandemia, requieren por parte de los adultos una posición clara: son inaceptables y además un hecho delictivo. Un/a menor jamás consiente. Es una agresión sexual en toda regla. Y punto.
En consecuencia, sugiero que un consumo abusivo y precoz de pornografía violenta puede dinamitar esas dos líneas rojas, proponiendo en millones de vídeos, un culto a las relaciones incestuosas, todas ellas brutales y sin ningún consentimiento, así como a la violencia explícita asociada a la conducta sexual.
Una nueva visión de la sexualidad
Vivimos en un cultura donde se fomenta la violencia, la intolerancia y el desprecio por la persona diferente. En muchos videojuegos, películas incluso de dibujos animados, canciones… se promueven hasta la saciedad. Y todo suma. Y todo eso se incorpora de serie a las nuevas generaciones.
La violencia, en general, está en las antípodas de la empatía y la compasión. En las guerras, por ejemplo, desaparece por completo. También en cualquier homicidio. Son formas emblemáticas de egoísmo descarnado, de desprecio por otra vida humana, en nuestro sistema social.
Es preciso una nueva manera de enfocar la educación que priorice el abordaje de estas dos cuestiones que hoy analizo. No capacitar a nuestros menores específicamente en ello, abandonándoles a su suerte en esa vorágine social, es una forma sofisticada, pero eficiente, de maltrato.
Defiendo desde hace muchos años que, frente a este modelo de violencia sexual, la sexualidad es una dimensión positiva de la vida de los seres humanos, vinculada con la salud, el afecto, el placer y el bienestar. Dado que está hecha para el contacto gozoso y el encuentro tierno y apasionado, no puede ser que, bajo ningún punto de vista, se convierta en una experiencia traumática, dolorosa y trascendental en la vida sexual, afectiva y emocional posterior de muchas niñas, trastocando su futuro.
Y fíjate, amable lector/a, nuestra sociedad no valora, con el mismo ímpetu que la violencia, los sentimientos y emociones positivas como la afectividad y la sexualidad a través, por ejemplo, de la educación sexual y la educación emocional, asignaturas pendientes incomprensiblemente.
La sexualidad, como dimensión positiva de nuestra especie, fomenta la empatía y la compasión entre los seres humanos, un logro indudable de la civilización, que facilita vínculos afectivos necesarios para la supervivencia de sus crías. Pues bien, sostengo que la violencia sexual parece comprometer esos logros, o al menos obstaculizando esos avances significativos de la humanidad.
No hay ninguna duda, respecto de que los bebés humanos necesitan el vínculo afectivo con sus progenitores para poder sobrevivir los primeros años de vida, particularmente el primero y el segundo, siendo cuidados diligente y amorosamente por ellos. Es la sexualidad la que “obliga” a establecer esos vínculos potentes entre los progenitores a través de procesos afectivos como el deseo, la atracción y el enamoramiento. Y es en ese contexto familiar, donde aprendemos a ser empáticos y compasivos, convirtiéndose en nuestro modelo de comportamiento. No solo en ese ámbito, pero es un contexto muy relevante.
Mucho me temo que esas dos capacidades esencialmente humanas, están siendo cuestionadas en las sociedades llamadas civilizadas y modernas y el consumo de las representaciones pornoviolentas juega un papel destacado en mi opinión. Desde un punto de vista psicológico, podríamos entender este fenómeno de la siguiente forma:
De una parte, sabemos que un numero significativo de estos vídeos promueve el sometimiento, la vejación y la degradación de la mujer como elemento especialmente excitante para el actor y los espectadores/as. Hay algunos de ellos absolutamente repugnantes e hirientes por su violencia extrema hacia las mujeres y los/as menores. Pero también hay géneros interminables sobre personas discapacitadas, enfermos mentales o personas muy mayores casi decrépitas. Y esto es inaceptable desde cualquier punto de vista, particularmente a los ojos de un menor. De otra, tal y como hemos señalado en otras entregas, no pocos de estos vídeos son un interminable listado de trastornos de la conducta sexual o parafilias.
Los títulos de millones de estos vídeos son muy elocuentes, baste un botón de muestra: Abuelito le rompe el culo a su nietecita, Padrastro viola a la hijastra salida, Madre se folla fuerte a su hijo, Hermanastra caliente y traviesa follada duro por su hermanastro, La puta de la abuela follada muy duro, Colegiala asiática pide ser atada y follada, Embarazada busca ser follada agresivamente …
Pues bien, este visionado, sobre todo si es precoz y abusivo, podría conllevar, desde mi perspectiva, la alteración de la capacidad de empatía y de compasión, tanto viendo los vídeos de brutalidad sexual, como probablemente después, ya que podría trasladarse a la vida cotidiana. Además el riesgo de adicción, le impele a buscar estímulos cada vez más duros.
En otros artículos hemos hablado del impacto de las imágenes y de los mecanismos de aprendizaje que tienen lugar en el visionado de este tipo de vídeos y en base a ese conocimiento, he afirmado que este tipo de estímulos son el manual de instrucciones de las relaciones sexuales 3.0 de nuestros menores, al carecer de otros modelos de aprendizaje alternativos.
De hecho no pocos adictos sienten culpabilidad, después del visionado, al reconocer excitarse con tales barbaridades, pero la adicción y ese trastorno afectivo y emocional facilitan que continúe su escalada.
La ficción como una burda excusa
Pensar que estos vídeos pornoviolentos son ficción, no es más que una burda excusa, una coartada moral para justificar esa brutalidad, mientras se excita y se masturba con ellos. Curioso mecanismo psicológico de tolerancia con la violencia sexual, de encubrimiento y ocultación, que es capaz de perturbar esas dos características exclusivas de la especie humana.
El ejemplo de esto que trato de decir, es el siguiente artículo de EL PERIODICO, firmado por Elisenda Collel, y que tuve la oportunidad de divulgar en mis RRSS con una excelente respuesta de mis seguidores/as. El post en cuestión decía: El mensaje perverso que ofrecen las películas sexuales pornoviolentas, va calando poco a poco: a las niñas les gusta que las violen. Terrible. Lo traigo a colación, porque creo que es un ejemplo fehaciente de hasta qué punto se ha normalizado y justificado la violencia sexual contra las chicas.

En ese artículo se entrevistaban a menores de Badalona, resaltando la opinión de los chicos, responsabilizando a las niñas, porque ellos no han hecho nada ya que “son las niñas las que van buscando polla, luego se arrepienten… sí es que a ellas les gusta esto (…) a las niñas les gusta (…) la niña del vídeo se reía” y en otro momento afirman que “las niñas te pescan en las RRSS, y te dicen que quieren follar(…) quieren eso, es lo que buscan. No me hace falta conocerlas, ya sabes para que las quiero”.
Que el modelo que ven nuestros menores a diario en este tipo de vídeos es validado como normal, tanto por chicos que por chicas, ha sido señalado por varias investigaciones. Por ejemplo en un estudio del grupo de investigadores dirigido por E. Martellozzo, en el que se señalaba que cerca de un 40% de las niñas de 11 a 16 años, informaron creer que la pornografía era una representación realista del sexo. El informe de Save The Chidren en España de 2020, aumenta esos porcentajes hasta el 54,9% que afirman desear llevar a cabo aquello que ven en los vídeos y que les excita sobremanera, en un cerebro en construcción henchido de dopamina.
No olvidemos que, según algunos estudios en España, por ejemplo uno de la Universidad de Baleares, y otro de Lluis Ballester, una cuarta parte de jóvenes habría visto, antes de los 20 años, entre 1000 y 5000 horas de este tipo de pornografía.
Es francamente preocupante que un grupo importante de chavales y chavalas, normalicen la violencia sexual y pretendan erotizarla de modo y manera que él, se excite y disfrute ejerciéndola y que ella haga lo propio, pero experimentándola, es decir siendo la víctima.
La brutal violación de la niña de Badalona
Quiero reiterar la ausencia absoluta de empatía y compasión de esos pequeños psicópatas que, a punta de chuchillo, violan a una niña por turnos, graban la fechoría, la suben a Internet y dejan a la pequeña como si fuera un trapo. Un despojo. Un trozo de carne. Una cosa. Probablemente, para no pocas personas, que niegan la violencia de género, ellos son los héroes, los populares, los que han tratado de emular al actor porno de turno y se han empeñado en mejorar su actuación, para recibir los parabienes de sus colegas y planificar la próxima cacería que, a buen seguro, tendrá que ser más impactante, como he señalado aquí. Hay que superarse, todo sea por obtener más likes y seguidores.
También esos que comparten y se excitan con dichos vídeos, quizá tienen esas capacidades alteradas. Así mismo, hay que incluir en este apartado a la mayoría de la sociedad que no hace nada para prevenir estos salvajadas, porque estoy seguro de que irá a más y que puede afectar a cualquier niña.
Ya sé que la violencia sexual siempre ha existido y que los hombres poderosos han usado su poder para imponer la satisfacción egoísta de su deseo sexual con quien le apetecía. La prostitución es un ejemplo bien evidente de esto que digo.
No me vengan con la cantinela del consentimiento cuando hay una situación de desigualdad, en la que la más débil cede al propósito del más fuerte. Eso se llama abuso y aprovechamiento de toda la vida.
Pero convendrán conmigo que los casos de agresiones sexuales a menores por parte de menores, es un fenómeno novedoso y propio de nuestras sociedades modernas y civilizadas y de los cambios que han experimentado en las últimas décadas: el consumo abusivo y precoz de este tipo de vídeos es también un hecho reciente. Hay otros muchos factores, cierto, que los hemos analizado en este artículo y en este otro pero a mi me parece especialmente relevante del que estamos hablando.
Pero es, también, una bofetada en plena cara de la sociedad, un fracaso rotundo y sin ambages.
Es cierto que, en las sociedad actuales de Internet y de pantallas, se dan una circunstancias únicas que ya he señalado y que me parecen relevantes. Por ejemplo, que vivimos en una sociedad hipersexual y violenta donde muchas canciones y videojuegos, por poner solo dos ejemplos conocidos, son un canto a la violencia y a la violencia sexual. La hipersexualización de las niñas es otro hecho a considerar muy seriamente del que hemos hablado aquí. Igualmente la intolerancia ideológica campa por sus fueros. El rechazo al diferente, al migrante culpable de todos nuestros males, incluyendo las violaciones sexuales, se incorpora a algunos programas de determinados partidos políticos, sin ningún pudor. Entonces, no sé de qué nos quejamos.
Con todo, esas consideraciones son una bomba de relojería que explotará más temprano que tarde. Lo que ocurre con demasiada frecuencia en EEUU y en Francia, por poner dos botones de muestra con reacciones virulentas por parte de colectivos racializados , no son mas que avisos a navegantes.
¿Han aumentado o se denuncian más?
Algunos/as responsables políticos nos dicen que ahora no hay más violencia sexual, sino que se conocen más. Creo que es una manera de quitarle importancia al problema. Es cierto que ahora hay más denuncias, pero también lo es el que la mayoría parece que sigue sin denunciarse y ni siquiera comunicarse. Los especialistas en este tema saben que se conocen solo un pequeño porcentaje, refiriéndose a ello como la punta del iceberg.
Según algunos datos, el incremento de las agresiones sexuales es cercano al 40% desde 2019. Y, lo que es más preocupante, es la edad de los agresores y de las víctimas: También cerca del 40% son menores de 18 años.
Las agresiones sexuales en grupo en España se multiplicaron casi por cuatro entre 2016 y 2019. El 29,2% en 2021 respecto al año anterior. Datos recientes del Hospital Clínic de Barcelona indican que en el año 2022 se atendieron en su servicio de urgencias un 41% más de agresiones sexuales que el año precedente y que el 42,2% de las mujeres atendidas eran menores de 25 años. Como vimos más atrás, de 2019 a 2022 ha habido un 53,2% de incremento de denuncias de violaciones en España.
Con todo, sorprende la contradicción de la mayoría social: parece estar más sensible a las agresiones sexuales de las que se hacen eco los medios de comunicación, empero ni se inmuta por incidir en una de las causas que probablemente está asociada a este hecho: el consumo masivo de Películas Sexuales Pornoviolentas (PSP). Mientras no me afecte a mí, no hay problema. No se abordan las causas estructurales de este fenómeno social vergonzante.
Violencia sexual en el porno
En verdad, la violencia sexual no la ha inventado el porno, pero le ha dado carta de normalidad, con un empujón gigantesco. Esta poderosa industria, no ha hecho más que recoger los valores culturales atávicos dominantes, erotizarlos, potenciarlos y distribuirlos por todo el mundo, legitimando la violencia sexual extrema contra mujeres y menores. Ahora ya no hay ningún límite: cualquier forma de violencia sexual por rara que pueda parecer, está grabada. Cualquier conducta parafílica, también. En realidad algunas webs de esta naturaleza no son sino un catálogo de trastornos de la conducta sexual.
Pero, desde la perspectiva del boyante negocio, en buena lógica, hay que ampliar la oferta puesto que los/as adictos a las películas sexuales van a demandarlas, porque no tienen límite. Cuanto más hardcore, mejor. Ese mecanismo se llama tolerancia y es muy común en todas las adicciones a sustancias y no sustancias. No hay límite entonces: las personas adictas, siempre van a demandar “un poco más” y eso es un filón impresionante. Hay una gran demanda y una ilimitada oferta, las dos patas del negocio que juega sobre seguro, del que hemos escrito otro artículo. La pornografía se consume porque excita y da placer, además de que es gratis. Y solo desaparecerá cuando deje de consumirse, anhelo este imposible por ahora..
Es preciso destacar este hecho: el logro de las PSP ha sido legitimar y normalizar la violencia sexual, erotizar su ejercicio y aplicación para el varón y el sometimiento para la mujer, vendiéndolo como una forma normalizada y aceptable de vivencia sexual. Es más, en un ejercicio de perversión y máxima obscenidad, propone que a la mujer, le gusta ser forzada y vejada porque eso le excita. La conclusión y el mensaje que lanzan es obvio y a la vez inquietante: a la mujer le gusta ser violada.
O, también, que es muy fácil tener relaciones sexuales con cualquier mujer, grande o pequeña, solo basta proponérselo, ya que al final siempre se consigue ¿Conocéis algún vídeo porno en el que el hombre no haya conseguido su propósito de penetrar a la mujer por todas sus oquedades y eyacular en su cuerpo, sin condón? Yo no, quizá excepcionalmente en alguno cutre, el preservativo aparece de refilón.
Esta cosificación de la mujer y de las mucosas de su cuerpo, es la justificación y la consecuencia de lo que estoy tratando de señalar en la medida en que se retroalimentan.
Porque, cómo si no, entender una agresión sexual de un grupo de menores a una menor. O más aún, un grupo de alumnos que viola a su compañera de clase. Creo que es un hecho novedoso en nuestra sociedad y que difícilmente se ha podido dar en la historia con anterioridad, con esta prevalencia y violencia extrema con la que se producen estas circunstancias tan terribles y deleznables. Es cierto que no tenemos datos que lo corroboren, pero así lo creo por una razón, que es una característica única de este momento histórico: el consumo generalizado y abusivo de pornografía violenta extrema.
Generación de #niñosyniñaspornográficos
He escrito muchas veces, que este consumo -que afecta prácticamente a la totalidad de nuestros jóvenes antes de los 18 años, de los que una parte importante se expone a diario- es la guía y modelo sus relaciones sexuales, de ahí que haya propuesto la denominación de generación de #niñosyniñaspornográficos en este artículo o en este, del blog que estás leyendo.
Es decir, niños (más que niñas) que han tenido el porno violento como referente educativo, en ausencia de una educación sexual científica y profesional que pudiera hacer de contrapeso y que podrían tener un futuro sexual, afectivo y emocional cuando menos complicado, ellos y sus familias. Como ya he dicho, según algunos estudios, uno de cada cuatro habría consumido antes de los 20 años, entre 1000 y 5000 horas de este tipo de contenidos sexuales particularmente agresivos. Excitados, masturbándose y sintiendo un gran placer con esas imágenes, a las que el cerebro cataloga de prioritarias y le presta la máxima atención, por razones supervivenciales, desde hace millones de años. No hay refuerzo natural más importante que un orgasmo, por eso la naturaleza lo ha puesto como premio a la actividad sexual.
Las niñas, aunque vean mucho menos porno, al final se comerán el marrón de que aquellos si lo hagan, porque acabaran enamoradas en los brazos de un Superman del porno que le va a imponer sus preferencias sexuales, las que le excitan a él como ninguna otra. Para luego, con toda probabilidad, alardear ante sus colegas de que el objetivo de “romperle el culo” ha sido logrado. Una muesca más en su pistola, como hemos escrito en otro artículo. O visitaran una casa de mujeres prostituidas tal y como hemos analizado aquí.
Es sabido que los vídeos más exitosos son aquellos en los que la violencia sexual pura y dura, es la esencia de la relación sexual que se exhibe. Así mismo se conoce que la violación, sea grupal o individual, a chicas borrachas, drogadas o dormidas, o aquellos géneros incestuosos, son los que mayor éxito tienen de público consumidor. Me cuentan que uno de los que más circula entre nuestros jóvenes, es la violación en manada a una chica amputada de pies y manos y con lesiones de arma blanca en el cuello.
Y esto les excita y les hace gracia a algunos de nuestros jóvenes. Hace unos meses la policía detuvo a 34 menores que se dedicaban, con total desconocimiento de sus padres y madres, a compartir vídeos de violaciones a bebés y a niñas de dos años. Y aquí quiero llegar.
Pero además de que les excite, se masturben con ellos, les haga gracia… lo relevante es que influye en la construcción de su sexualidad y de sus conductas sexuales, como he señalado en estos dos artículos que han tenido una excelente acogida. Los dos testimonios que abren estas líneas son un ejemplo significativo:
Medidas urgentes
Es preciso que la sociedad tome conciencia de este problema y ofrezca soluciones eficientes al mismo. Llevo advirtiendo desde hace más de 4 décadas, acerca del poder de la pornografía consciente de sus efectos, particularmente a edades tempranas.

Como un ejemplo más, baste señalar que, recientemente, en la presentación de un documental de Atresmedia sobre este problema, su director advertía que “un gestor de un portal pornográfico “estaba muy satisfecho” de haber conseguido que los niños entraran por primera vez en su portal a los 11 años, en vez de a los 12 que conseguía hasta ese momento. “Ahí me di cuenta de que van deliberadamente a por ellos“, explica. “Y los niños no tienen recursos personales ni herramientas para sobreponerse a estímulos diseñados específicamente para captarles”.
Más adelante, advierte que son empresas que “tienen recursos ilimitados” con los que “contratan a los mejores neurocientíficos, que saben perfectamente cómo hacernos usuarios compulsivos, llegando en algunos casos a adictos“.
Un tsunami que nos acabará engullendo
Al principio los niños se topan inevitablemente con las películas sexuales pornoviolentas, porque está previsto que así sea. Pero luego a partir de los 12 años, van a demandar ese tipo de contenidos, a tenor de que una de las características más conocidas de las PSP es la adicción y su correlato neurológico: las alteraciones cerebrales que tienen relación con la sensibilidad, en la medida en que va a necesitar cada vez más tiempo viendo porno y cada vez más violento. Sobre los efectos adictivos de estos vídeos, hemos escrito varios artículos.
Las PSP son una droga dura que engancha con suma facilidad. He dicho que tiene un poder adictivo superior a la cocaína, además es gratis y lo puedes consumir en tu casa, sin necesidad de ir a un barrio chungo o meterte productos adulterados en el cuerpo. Y, sobre todo, excita y da placer sexual ilimitado y potente como ninguna otra cosa. Gratis también. Todo son facilidades. Anda, mejóramelo.
Y ahí tenemos el verdadero problema, un tsunami que acabará engulléndonos, a tenor de que no hay el más mínimo atisbo de buscar soluciones reales a este verdadero drama.
En consecuencia, el porno nos gana por goleada y va a años luz delante de nosotros, imponiendo un nuevo paradigma de la sexualidad y de las relaciones sexuales.
Niños y niñas van conformando en su cerebro inmaduro su idea de lo que es el deseo sexual, del papel de un hombre, del de una mujer y de la relación sexual y afectiva entre ambos. Este proceso se está adelantando cada vez más y, desde mi punto de vista, es determinante la exposición e influencia de la pornografía violenta.
Muchos menores están normalizando la violencia sexual extrema creyendo que eso es una relación sexual normal. Es justamente la propuesta que hacen las Películas sexuales Pornoviolentas (PSP). El porno lo ha conseguido. Ha triunfado. La violencia sexual desplaza y sustituye a la relación sexual “normal” que no llega, ni por asomo, al dintel excitatorio de los superestímulos pornográficos violentos.

El porno violento puede destrozar la empatía y la compasión de los seres humanos, particularmente en menores a unas edades en las que, su cerebro inmaduro y en desarrollo, está construyendo, la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de sentir el dolor ajeno conmoviéndote y ofreciéndole tu mano y tu ayuda.
Un logro evolutivo, como es la capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona y conmoverse por su dolor y sufrimiento, que ayuda y da cohesión a los grupos sociales humanos, está saltando por los aires.
Es urgente una educación sexual y afectiva, desde primaria a la universidad, que capacite integralmente e instaure límites claros. Por ello, seguimos insistiendo en la necesidad de capacitar, cuanto antes, a nuestros menores con programas sistemáticos de educación sexual científica y profesional, desde primaria a la universidad. Previamente familias y profesionales habrán de hacer lo propio, para poder llevarlo a cabo con éxito. En este sentido he propuesto diferentes recursos educativos de ayuda para la formación de las familias en mi programa TUS HIJOS VEN PORNO.
Una educación sexual profesional y científica que, frente a este modelo de violencia sexual, promueva un modelo que vengo defendiendo desde hace décadas: que la sexualidad es una dimensión positiva de la vida de los seres humanos, vinculada con la salud, el afecto, el placer y el bienestar. Dado que está hecha para el contacto gozoso y el encuentro tierno y apasionado, no puede ser que, bajo ningún punto de vista, se convierta en una experiencia traumática, dolorosa y trascendental en la vida sexual, afectiva y emocional posterior de muchas niñas.
Lo que es inadmisible es que familias y profesionales deleguen, en este tipo de representaciones violentas, el privilegio de educar el futuro sexual y afectivo de los/as más pequeños/as. Porque eso, y no otra cosa, es lo que estamos dirimiendo.