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Tengo el placer de comunicarte que la URJC, dada la evaluación positiva de la primera edición realizada por el alumnado, ha abierto la segunda convocatoria para el curso 2023-2024 del “Experto/a en Prevención de los Efectos de la Pornografía en la Salud Afectivo-Sexual” ¡Fantástico! (Aquí tienes más información sobre esta iniciativa pionera en el mundo de estas características )
Nuevas formas de pornografía
La poderosa e imparable industria de la pornografía no deja de crecer, subiéndose al carro de las novedades tecnológicas y, desde hace varias décadas, yendo muy por delante de la sociedad en este terreno. A años luz. Leí, por ejemplo que, en los avances que supusieron los pagos de acceso a las webs a través de las tarjetas de crédito, esta corporación empresarial, tuvo una gran relevancia.
Claro, el pago a través de la tarjeta de crédito es el núcleo de la actividad, de tal manera que una denuncia, en 2020, a la web Pornhub, motivó a las compañías VISA y MasterCardes a “presionarla” al objeto de que hiciera una “limpia” de los vídeos alojados en ese sitio. El resultado, insólito: Más del 60% fueron suprimidos. Cuando se toca el bolsillo, parece que se recobra la lucidez, aunque en realidad el impacto es momentáneo y puramente testimonial. Todo sigue igual o lo que es lo mismo, creciendo.
Pues bien, este espectacular negocio sigue incrementando el número de webs y plataformas, incorpora cualquier tecnología novedosa y amplía su oferta de productos y contenidos, hasta los más sofisticados e inimaginables. Cualquier practica sexual, por rara o patológica que pueda ser, muy probablemente esté grabada a disposición de cualquiera. Gratis. La decisión de hacerlo gratis fue, sin duda, una medida empresarial histórica que les ha funcionado de maravilla. Algo similar a cómo funciona “la primera copa gratis” de las discotecas o de los puticlubs. Saben de sobra que luego vendrán más…cobradas a doblón y, sobre todo, crear la necesidad. Como es sabido, en el caso que nos ocupa, de lo que se trata es de navegar el mayor tiempo posible por las web y recibir a cambio publicidad, que es el alma de todo este entramado industrial.
Los especialistas en adicciones saben que una característica habitual de la persona dependiente, es que va a necesitar contenidos cada vez más fuertes, no importa que sean ilegales o de brutalidad extrema. Y la industria tiene que atender todas las necesidades de sus clientes, sean cuales sean, para fidelizarlos de por vida.
Y está dinámica seguirá creciendo porque no hay ningún control, en este modelo socioeconómico neoliberal dominante en el que todo vale con tal de que dé jugosos beneficios. Y el sexo, cuyo rasgo diferencial es que interesa a todo el mundo por el placer que comporta, es el motor de todo este mercadeo. En otro artículo he hablado de las características de este negocio. Onlyfans es un ejemplo paradigmático de estos nuevas y rentables actividades empresariales.
Pero hago notar que este tipo de nuevas modalidades de pornografía, como es el caso de Onlyfans, implica una legión de jovencitas ( también de adultas, claro) ansiosas de ganar dinero a espuertas, trabajadoras autónomas, sin estar en nómina, sin impuestos, sin apenas inversión…que se convierten en una fuente de ingresos extraordinaria para la empresa y, a la vez, un impulso espectacular del crecimiento del fenómeno de la pornografía a nivel planetario. Imparable. Todo suma. Vendrán muchas más Onlyfans de la mano de la IA o cualesquier otro descubrimiento tecnológico.
Muchas plataformas y RRSS como YouTube, tienen a su disposición abundante mano de obra gratis: miles de jóvenes y adultos en todo el mundo, en búsqueda compulsiva de likes, seguidores/as y suscripciones, que aspiran a ser streamer, influencers…y ganar millones de dólares. Solo lo conseguirán unos pocos y, mientras tanto, van engordando los dividendos de la parte de arriba de la estructura piramidal ampliando el valor de la plataforma en cuestión por los ingresos publicitarios. Twitter, una especie de corralito donde sujetos anónimos se entretienen, insultando y descalificando a su antojo, se vendió por 44.000 millones de $. Negocio sin igual.
En cualquier caso, la creación de contenidos, en su inmensa mayoría gratuitos, beneficia a las plataformas y a sus cuantiosos negocios publicitarios.
Trastornos de la conducta sexual
Pues bien, esta carrera sin freno por nuevos productos con el fin de atender cualquier demanda, que sean rentables, ha hecho que la pornografía haya elevado al nivel de normalidad numerosos trastornos de la conducta sexual. Por ejemplo, el voyeur, el clásico mirón de toda la vida, escondido en el parque, observando como una pareja estaba enfrascada en su intimidad y con la “desazón”, el “come come” de poder ser descubierto, de si “me verán o no”, que es lo que en realidad le ponía a cien.
Los consumidores de porno son auténticos “mirones de libro”. Únicamente han perdido la tensión sexual superexcitante del “se darán cuenta o no, que estoy mirándoles”, con la ventaja de no tener que soportar el frio o el calor estacional del entorno, desde donde otea la intimidad foránea, a cambio de visionar cualquier práctica sexual, ilimitada en su oferta, con miles de millones de estímulos diversos y variopintos, en modo barra libre, cómodamente en el sofá de su casa, sin ningún riesgo de ser sorprendido, excepto que sea un menor que, debido a la intensidad de su concentración, se ha olvidado de la dimensión espacio/tiempo porque sus padres ya han vuelto a casa antes de lo previsto.
Las plataformas como Onlyfans o similares, son una nueva modalidad de pornografía/prostitución aunque aquí hay que pagar, por la suscripción previa y, aparte, por fotos, vídeos u otras demandas a la carta, a gusto del consumidor que es el que paga.
Búsqueda de estímulos sexuales
Desde tiempos inmemoriales el ser humano, especialmente los hombres, han buscado cualquier tipo de recursos en forma de representaciones “artísticas o no”. Desde esculturas, dibujos, fotos o films, hasta pócimas, brebajes o fármacos, que pudieran avivar su deseo sexual que, como se sabe, es una de las motivaciones más poderosas del comportamiento de nuestra especie, ya que está directamente relacionado con su supervivencia. Y lo seguirá haciendo hasta que el meteorito nos extinga. Más aún cuando la esperanza de vida en los países desarrollados permite vivir más tiempo y con mejores niveles de salud integral, incluyendo los asuntos eróticos, como señalo en otra entrega.
Porque ¿Qué es lo que mueve el mundo?: el poder (económico, religioso), el dinero…y el sexo, son, entre otros, los principales motores motivacionales de la conducta. Curiosamente los tres suelen ir de la mano, como he señalado en mi libro Sexo poder, religión y política. Los poderosos son los suelen tener más dinero y suelen, también, follar más.
Hay quienes desprecian o minusvaloran esa búsqueda universal, esa especie de ansia, ignorantes de la trascendencia y significado del deseo sexual en la especie humana. También aquellos/as que meten en el mismo saco, la diversidad del fenómeno pornográfico, descalificando a quienes proponen otros enfoques novedosos, cómo por ejemplo, cambiar el término pornografía por el de Películas Sexuales, estableciendo diferencias entre cada modalidad y poner un poco de luz en este guirigay que solo beneficia a la industria. Pero no hay manera: Toda la pornografía es igual, afirman rotundamente desde sus pulpitos, agitando el índice de su mano de modo inquisitorial, aquella donde se tortura a una menor o la que sube una parejita amateur como diversión, son lo mismo, dicen con agresividad.
Pero, en realidad, ello no es más que un ejercicio supino de irresponsabilidad, porque blanquea la violencia sexual extrema, poniéndola al mismo nivel que el erotismo, necesario e imprescindible en el sexo. Y no hay manera de que lo entiendan…a no ser que les interese está confusión, que también. A río revuelto, ya se sabe.
Mientras, las webs porno frotándose las manos, por la cantidad de aliados que tienen.
Lo cierto es que la naturaleza nos quiere adictos al sexo. Permanentemente motivados para practicarlo por razones supervivenciales, con un cerebro cuya particularidad es la de tener estructuras que son especialmente receptivas a cualquier elemento erótico que ponga en marcha el mecanismo del deseo sexual, genéticamente programado, desde hace millones de años. Repito: desde hace millones de años. Por lo menos 6 según algunos especialistas cuando nos separamos evolutivamente de los chimpancés, que también tenían deseo sexual.
Entonces ¿Cómo no va a triunfar la pornografía? Lo tiene “chupao”. Porque cuando hay una demanda generalizada, transversal, planetaria y una oferta gratuita sin límites, no puede fallar nada. Es muy fácil satisfacer esa demanda y, por esa razón, la pornografía se consume ya que excita y da placer. Y solo desaparecerá cuando deje de consumirse. Empeño imposible. Las numerosas industrias que viven de las conductas adictivas, son sabedoras de las vulnerabilidades humanas y “entran a saco” para captar jóvenes adictos y fidelizarlos de por vida. Miren si no la fortaleza que tienen las empresas, y sus lobbies, vinculadas al alcohol, el tabaco, las drogas, el juego de azar o el azúcar. Conocí a un sujeto que compraba palés de bebidas de cola.
Contratan a los psicólogos y neurocientíficos más sobresalientes para asesorarles en los diferentes procesos y mecanismos de aprendizaje a saber: condicionamiento clásico, operante, aprendizaje por modelado, intermitente, significativo y emocional. Y tienen en cuenta las investigaciones sobre la neuroplasticidad, las neuronas espejo, el efecto coodlige o los superestímulos sexuales. Mecanismos de los que doy cuenta en los cursos y talleres que imparto.
Como he advertido en repetidas ocasiones, lo que realmente debería preocuparnos es que, una buena parte de estos contenidos porno, están preñados de violencia sexual y, nuestros menores consumidores, los consideran su manual de instrucciones 3.0 de las primeras relaciones sexuales y tratan de emularlo a la menor oportunidad. He hablado de esto en otros muchos artículos. Este es el verdadero riesgo, cuyas consecuencias adversas son de sobra conocidas. Estamos haciendo una generación de #niñosyniñaspornograficos, como he escrito aquí.
Nuevas formas de negocio
Por ello, se entenderá fácilmente el éxito de las nuevas formas de negocio, al parecer muy exitosas, como OnlyFans, una plataforma inglesa representante genuina de lo que podríamos denominar la Nueva Pornografía Del Siglo XXI y que, según parece, explotó en la pandemia para seguir creciendo exponencialmente. La agencia Bloomberg ha señalado que, durante la pandemia, esta plataforma ganó 500.000 usuarios cada día y facturó 2.000 millones en todo el año 2020.
Con todo, el negocio de las webcam, también parece ir en progresión ascendente, ya que hay muchas mujeres “emprendedoras autónomas” que lo pueden hacer desde su habitación. Solo se precisa un smartphone para enseñar sexo, para solaz y disfrute de los suscriptores siempre que, previamente, hayan pasado por caja.
La propia empresa ha señalado que tiene más de un millón y medios de creadores de contenidos y 150 millones de usuarios en todo el mundo. Su crecimiento, según sus propios datos y por tanto de interpretación cuidadosa, es a razón de 200.000 usuarios diarios y de 7 a 8 mil creadores nuevos por día.
Otras fuentes han señalado, al parecer, problemas legales con los impuestos o falta de control con menores tanto en crear contenidos como en consumirlos, a pesar de que la edad de que los 18 años sean el límite de acceso. Pero de esto se habla menos. Un informe del Consejo Audiovisual de la Junta de Andalucía revela numerosos vídeos para sortear esas limitaciones, al alcance de cualquiera, porque pueden verse en RRSS como YouTube, Facebook, Twitter, Telegram o Reddit.
Este documento señala que es “posible y fácil” encontrar estos contenidos, “por muy protegido que esté en la red social de origen”. Más en concreto existen diferentes vídeos que “ofrecen información sobre los modos y las aplicaciones a través de los que acceder libremente, sin controles ni filtros, a contenidos para adultos y de carácter marcadamente sexual, que alberga la red social Onlyfans”.
Libertad y empoderamiento femenino
Según parece hay absoluta libertad en la creación de contenidos, fundamentalmente de carácter sexual, en forma de fotos, vídeos o imágenes en directo. Se supone que posteriormente, en determinadas circunstancias, podría ampliarse a “lo que se tercie”. En cualquier caso, es razonable pensar que las demandas de los usuarios cada vez irán a más y que se podrían negociar esos límites, entre la oferta y la demanda, según los precios del mercado o los que establezca la protagonista, de ahí que muchos consideran este tipo de plataformas una modalidad de prostitución. Hay diferentes tipos de suscripciones, diversos productos porno para vender, mensajes de pago o propinas, cantidades de las que la plataforma se lleva un 20%.
Nacho Vidal, el actor porno español más carismático, señalaba en uno de los últimos programas de la temporada 2023, en este caso monográfico sobre su vida y milagros (Lo de Évole en LA SEXTA) alardeaba de que, en su cuenta de OnlyFans, vendía “cuadros pintados con su polla” mientras dormía, porque la máquina registradora de las ventas seguía funcionando.
El marketing que hace la empresa y sus “socios/as creativos/as”, no puede ser más impactante: superan el centenar de los creadores que dicen haber ganado más de un millón de dólares. Incluso algunas mujeres han conseguido esa cantidad solo en 6 horas y otras que afirman ganar 20 millones mensuales. ¿Cómo? enseñando cuerpo y sexo a hombres, de cualquier parte del planeta, suscritos a la(s) página(s) elegida (s).
Además, lo “venden” como una forma de libertad sexual y empoderamiento femenino, asegurando que el negocio va como una moto.
Quienes me seguís, sabéis que, como profesional de la salud sexual, considero la sexualidad como una dimensión positiva de nuestra vida que tiene que ver con sentimientos y emociones bienhechoras y, por tanto, fuera del mercadeo sexual. Ya sé que es un anhelo imposible, pero así lo pienso. En los primeros libros de educación sexual para niños/as que escribí en los años 80, señalaba ilusamente que “ojalá nadie tenga que vender su cuerpo y su sexualidad”. Que las personas nunca sean objetos sexuales y que sean instrumentalizados para el placer físico de otros, bien sea en la pornografía o en la prostitución.
El sexo saludable compartido solo tiene sentido, considerando al menos, el mutuo acuerdo, corresponsabilidad en el placer de la otra persona, que concierne y con la que hay un mínimo de empatía, así como una cierta seguridad emocional en la relación.
Soy consciente de que este afán es una pura ilusión y que cada persona adulta es libre de tomar las decisiones que considere más adecuadas, a pesar de que la pobreza, la precariedad laboral o las desadaptaciones familiares, pueden ser en muchos casos determinantes a la hora de meterse en esa actividad profesional, máxime cuando te han contado una visión sesgada de la misma, cuando no pocas milongas directamente. Porque es muy fácil entrar, pero es mucho más difícil salir de ese mundo y, cuando sales, el estigma te perseguirá toda la vida. Todo lo que subes a la red, perdurará para siempre y por siempre en Internet. Tus nietos lo verán.
Po esa razón y con la finalidad de protección a nuestros menores, me permito sugerir desde la educación y la prevención que, como padres y madres, es necesario informar a los hijos/as de estas realidades, de sus trampas y engaños. A las chicas, sugiero plantearles que se abstengan de meterse en esos sórdidos negocios que pueden arruinar su vida, como hablo aquí. A ellos, que tampoco los legitimen, cuando consumen dichos productos. Porque es, ante todo, una cuestión de dignidad, de ética y de derechos humanos, ya que en mi modesta opinión, el deseo sexual ni se compra ni se vende, como he señalado en este artículo. La sexualidad es una dimensión positiva de la vida, saludable, hecha para el encuentro gozoso, tierno, apasionado y placentero, razón suficiente como para que no haya ninguna necesidad de mercadear con ella.
Habla con tus hijos/as, nietos/as y sobrinos/as de todos estos riesgos. Te lo agradecerán en el futuro.