Un artículo de José Luis García
“Pero ¿Cómo me dice Vd. que hable con mi novia y le diga lo que me pasa?: que ella ya no me excita en la cama y que solo puedo hacer lo que realmente me gusta, es decir lo que veo en el porno, con una joven prostituta que, por 20€ me hace todo lo que le pida “. R. 18 años.
Hay pocas dudas de que los hombres adictos a la pornografía, en particular aquella que presenta diferentes dosis de violencia hacia la mujer, acaban siendo consumidores de prostitución, por cuanto los niveles de excitación sexual que ha aprendido con esos vídeos, ya no los consigue con “practicas normales”, y necesita otras cosas más fuertes que no puede o no quiere hacer con su pareja. La alternativa es fácil y accesible: ir de putas.
Pues bien, cuando nos adentramos en las procelosas aguas de estas dos realidades sociales, a menudo turbias, bravas y peligrosas, observamos un cierto malestar, cuando no rechazo explícito, primero por parte de la industria que está detrás, segundo, de ciertos grupos de presión y tercero, presumiblemente, de algunos consumidores que no ven con buenos ojos airear los trapos sucios, andrajos que es preciso esconder, porque es lo que se ha hecho toda la vida.
Sucede con no poca frecuencia. Porque, no me dirán, que se trata de dos asuntos peliagudos que, juntos, se convierten en un cóctel explosivo. Una serie de TV, Sky rojo, según dicen exitosa a juzgar por la audiencia, ha revelado algunos aspectos que parecen haber sorprendido a determinados sectores sociales.
Con todo, algunos retazos en la historia de la sexualidad en España se repiten. Ocurrió hace años con el divorcio, el SIDA, las infecciones sexuales, los abusos y agresiones sexuales, el aborto o de los anticonceptivos para jóvenes. Diferentes sectores de la población huyen de estos temas como si de la peste se tratara. No se quiere hablar y, quienes se atreven a hacerlo, se arriesgan a ser tildados de pervertidos o, cuando menos, raros .
Extraordinaria paradoja: A la inmensa mayoría de la ciudadanía le interesa el sexo, lo busca y lo practica a la menor oportunidad, sin embargo, la parte menos glamurosa que inevitablemente lo acompaña como paquete, constituye un apartado del que algunos/as no quieren oír ni siquiera mencionar. Tendemos a sacudirnos estos asuntos de encima en cuanto podemos.
También nos encontramos con una segunda paradoja incomprensible en una sociedad moderna y civilizada: somos incapaces de ofrecer una educación sexual sistemática, científica y profesional a nuestros menores y jóvenes, para que puedan lidiar con esos dos asuntos.
Y una tercera: nuestra sociedad parece posicionarse en contra de la violencia sexual, en forma de leyes, debates y manifestaciones nítidas cuando hay un caso de agresión divulgada en los medios y, sin embargo, permite la barra libre en el consumo de pornografía violenta y de la prostitución, fenómenos en donde la violencia sexual es su signo distintivo.
Empero, la pornografía -que yo prefiero hablar de películas sexuales distinguiendo las eróticas (PSE) y las pornoviolentas (PSP)– y la prostitución están ahí. Esta última más escondida que aquella, apartada en los burdeles de carretera, fuera de la ciudad o en los sótanos de cualquier local. Y, muy a menudo se tolera, porque mientras no moleste, bueno, vale, pues que siga como está.
Sin embargo, si tiene lugar en el piso de al lado, y hay mucho trajín de personal en el edificio, la cosa cambia. España está en el top five mundial del consumo de prostitución y de infraestructuras de lupanares varios. Hay quienes nos ubican en el top three (Fundación Scelles, 2016). En el consumo de porno parece que estamos en el puesto 12º. Y subiendo.
Y los clientes son jóvenes y mayores. En un estudio de la Universidad de las Islas Baleares se señala que “al menos 300.000 hombres entre 16 y 29 años ya han tenido contactos sexuales por medio de anuncios en webs de pornografía. Casi una cuarta parte no contestan, por lo que estas conductas podrían estar más extendidas”.
La prostitución, desde muy antiguo, ha estado escondida en burdeles, ocultamiento que también era propio del porno de hace 30 o 40 años, permitido en cines especiales, estigmatizados con la X que también compartían las películas violentas en la TV, o en revistas escondidas en bolsas de plástico mate. Los que tenían menos recursos no les quedaba otra que conformarse con ejemplares un tanto mugrosos y con vídeos desgastados que se alquilaban en los videoclubs o eran comprados en una gasolinera. Es indudable que Internet ha promovido una auténtica revolución en ambos negocios. Otro mundo que no tienen nada que ver con el de hace unas décadas.
En cualquier caso, son el ejemplo evidente de que el sexo interesa a casi todo el mundo, razón de por sí suficiente como para montar cualquier negocio que gire en torno a él, en esta sociedad entregada a los brazos del neoliberalismo. El porno, la prostitución o la gestación subrogada funcionan porque son un excelente filón de fáciles dividendos arrancados del cuerpo de las mujeres y de los menores. Y así ha sido, es y lo seguirá siendo, lamentablemente.
Y, a mí, ambos asuntos me interesan desde una perspectiva de la salud, de la salud sexual en particular, para quienes están implicados en todo ello. La Sexología y la Psicología no han profundizado lo suficiente en estos temas, es más, los ha evitado, constituyendo un campo que requiere un mayor estudio e investigación. En nuestro primer volumen de TUS HIJOS VEN PORNO (clica aquí si quieres más información) analizamos ampliamente las implicaciones de la pornografía, las agresiones sexuales y la prostitución, si bien nos referimos particularmente al porno heterosexual y a la prostitución femenina.
Prostitución
Pongamos un sencillo ejemplo referido a la prostitución: prostitutas, puteros y mujeres-novias de puteros que pueden transmitirse infecciones sexuales; la salud mental de las prostitutas durante y después del ejercicio de la prostitución cuyas características parece que son comparables a episodios de estrés postraumático; el consumo de alcohol y drogas para soportar esas actividades; la legitimación de abusos y maltratos sexuales o las disfunciones sexuales que sufren estas mujeres por un sexo forzado sistemáticamente.
Sospechamos, a modo de hipótesis, que la inmensa mayoría de las mujeres no encuentran placer en ese tipo de actividad sexual. No puede ser de otra manera. Sería insólito que la gratificación saludable y bienhechor se encontrara en la explotación y el sometimiento. Sobre este punto hemos hablado en otro momento. Hay algunas parafilias, trastornos de la conducta sexual bien conocidos, pero de eso no estamos hablando.
Y para que no quepa ninguna duda marcamos nuestra posición. En primer lugar, a nuestro modesto entender, ambos son dos ejemplos bien claros de la desigualdad social, de la desigualdad entre hombres y mujeres y del mal uso del poder por parte de algunos varones en nuestra sociedad. La pobreza de las mujeres y las injusticias Norte-Sur dentro de un modelo de desarrollo neoliberal, son elementos relevantes a considerar también. En un informe del Parlamento Europeo de 2014 se declaró que “la prostitución es incompatible con la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres”.
En segundo lugar, la prostitución y la pornografía violenta no solo no son dos formas claras de violencia sexual, sino que también son maneras muy eficientes de promoverla. Y como bien sabes, amable lector/a, llevo muchos años tratando de separar esta unión ancestral e injustificable de la sexualidad y la violencia, porque son incompatibles. Están en las antípodas.
“Hoy, en el polígono, me he comido media docena de pollas hediondas por 20 € cada una, porque es la única manera que tengo de pagar las deudas a mi chulo. Así todos los días, haga frío o calor”. Gladys, 22 años.
No hay duda que el ejemplo de este tuit publicado en las RRSS, revela que esta mujer tiene que estar muy desesperada para realizar a diario esta “actividad”, porque ¿Quién es capaz de soportarla? ¿Quién desea hacer eso? Nadie lo haría libremente, sin presión alguna. ¿Por qué? Muy sencillo: las relaciones sexuales son realmente maravillosas cuando se hacen con alguien que tú quieres, deseas y de mutuo acuerdo. Y una transacción comercial, asimétrica e injusta -y en este caso concreto además repugnante- como la que se produce en la prostitución, está en las antípodas de eso. Por tanto, ese tipo de “tareas” las harán, seguro que obligadas, chicas jóvenes, pobres y extranjeras.
¿Cuántas chicas jóvenes, pobres, son traídas de países en desarrollo, endeudadas y engañadas, obligándolas a hacer todos los servicios sexuales posibles a lo largo de jornadas interminables, durante el mayor número de años, hasta que ya inservibles y, seguramente adictas a las drogas, pasen al mundo del porno en subgéneros de películas cutres, con protagonistas de abuelitas desdentadas?
O a la inversa: ¿Cuántas actrices porno, cuando no son consideradas útiles en el duro y competitivo mercado, recurren al submundo de la prostitución para mantener su nivel de vida? La pandemia de COVID-19 parece que incentivó eso. Y para ambas: las drogas y el extraordinario estigma social sobre estas dos actividades, obligan a muchas a continuar en el negocio.
No hay dudas de que la prostitución está vinculada con la pobreza y la desigualdad. Ser mujer, pobre, en un país pobre y de una casta considerada inferior, comporta muchas posibilidades de acabar como prostituta. En algunos lugares, muriendo precozmente. Y, aun así, creerse empoderadas.

Rachel Morgan, experta en prostitución considera que esta, está relacionada directamente con la pornografía, de tal manera que la prostitución no desaparecerá mientras no se consiga frenar la pornografía. Es más, considera que “No vamos a conseguir abolir la prostitución mientras no consigamos frenar el motor que lo alimenta: la pornografía”.
En su opinión, la pornografía y la prostitución se han convertido en algo inseparable, ya que aquella promueve un incremento del comercio sexual, normalizando la concepción de las mujeres y las niñas como trozos de carne que se pueden usar y luego tirar.
Dicen que la situación generada por el coronavirus ha hecho que plataformas como Onlyfans y las relacionadas con el sexo virtual, incrementen significativamente su actividad, mermada por la “necesaria distancia social”, circunstancia de la que se hicieron eco los medios de comunicación.

En cualquier caso, se trata, sin duda, de un mercado de mujeres que, cuando son jóvenes, producen cantidades ingentes de euros. Y, al poco, se cambian, porque la demanda obliga y hay muchas chicas jóvenes, de países pobres, dispuestas a entrar en la rueda y sustituirlas. Mientras haya una mujer en situación de riesgo habrá un proxeneta sugiriéndole un “cambio de vida“. Hablar de libertad en ese contexto es inaceptable, si bien acepto que hay mujeres, probablemente una minoría, que lo deciden sin ninguna presión y que se aprovechan de la situación.
“Calculo que me han violado 43.200 veces en mi vida. Durante varios años, me obligaron a mantener relaciones sexuales, con 20 y 30 hombres al día. Desde los 5 años fui abusada sexual y emocionalmente. A 12 fui engañada y obligada a prostituirme”. K.J. 23 años.
Este es el testimonio de una sobreviviente a la prostitución en una sociedad que se define como civilizada, pero que mantiene y promueve una de las lacras más lacerantes de nuestra civilización: la compra-venta del sexo rápido, fisiológico, forzado y sin deseo. Justo todo lo contrario de lo que significa la sexualidad. Las relaciones sexuales son realmente maravillosas y saludables, cuando se hacen con alguien que tú quieres, deseas y hay mutuo acuerdo. Con consentimiento pleno. Sin presión alguna. En libertad. Con respeto y empatía. No hay nada más hermoso que esa vivencia de abandono confiado en la otra persona, que te desea y te quiere, que anhela compartir esa dulce gratificación contigo. Por contra, una transacción comercial, asimétrica e injusta, como la que se produce en la prostitución, está en las antípodas de tal experiencia.
En la actualidad, en una sociedad de pantallas, hay que destacar el papel que tienen plataformas como Twitter, Instagram, TikTok o Youtube , en las que NO DEBERÍA estar ningún menor con su cuenta personal por el enorme riesgo que supone. Por supuesto hay que citar a OnlyFans que es una nueva forma de prostitución y pornografía. Pues bien en estas y otras RRSS, se afanan en publicitar, directa o indirectamente, páginas donde se “venden” estas actividades y se promueven como una manera de ejercer la libertad y el empoderamiento femenino, oferta que es amplificada luego en algunos medios de comunicación, con titulares de millonarias chicas, que antes eran cajeras de supermercado y que con Onlyfans se han hecho de oro.
Milonga esta donde las haya. Y lo lamentable es que tienen éxito con esos mensajes, ya que en tiempos de paro, empleos precarios o futuros inciertos, el cebo resulta muy atractivo. Pero, claro, lo fácil es entrar, el problema está luego en salir.
Algunos de estos especialistas en destrozar vidas de mujeres, con la finalidad exclusiva de lucrarse, señalan que, a partir del primer año ya comienzan a devaluarse. Casi, casi como los coches. El primer año la mujer joven es una máquina perfecta de hacer dinero. Al tercero ya pierde valor y se la traslada a otro burdel. Tres cuartos de los mismo parece que les pasa a las actrices porno, a juzgar por los testimonios de quienes abandonan ese mundo sórdido y oscuro.
En una reciente redada policial en Tenerife, se descubrió una mafia que, según los medios, explotaba y drogada a las mujeres hablando de ellas como “cajas registradoras” (ABC, 6 abril 2021), término bien elocuente.

Es sabido que la contratación de prostitutas para festejar efemérides, cumpleaños, fiestas o rubricar negocios -muy típico de los chanchullos y corruptelas frecuentes – es una constante en nuestro país, uno de los mayores consumidores de prostitución y de infraestructuras para ello. Un ejemplo evidente de la explotación sexual de mujeres necesitadas, en su mayoría, por parte de hombres que se creen con ese derecho. ¿Llegará un día en el que los deseos sexuales ni se compren ni se vendan?

“Me consideraban una VIP y me ofrecían como regalo a los empresarios o a los políticos”: Carole, una exprostituta, confirma una práctica frecuente en el mundo empresarial
Prostitución y pornografía
Hemos dicho que hay un cierto trasiego de mujeres de una actividad a otra. También que hay hombres que son consumidores de ambos “productos”. Ya tenemos, pues, varios puntos en común. Para determinados movimientos sociales, tanto la prostitución como la pornografía son ejemplos de cómo el sistema económico dominante usa a las mujeres como una fuente de beneficios económicos, instrumentalizando su cuerpo como un objeto de usar y tirar y estigmatizándolo una vez han perdido valor. El mantra de que una es la teoría y otra la práctica, se repite desde finales de los años 70 en EE UU en la “guerra” ideológica y política que se inició entre diferentes movimientos sociales.
Es tan grande la trascendencia social y política de estos dos fenómenos que, en mi opinión planteándolo solo como una hipótesis, han sido el origen y una de las claves más importantes para entender el cisma que existe actualmente en el movimiento feminista mundial desde esos años. Este punto también es abordado con amplitud en nuestro primer volumen de la serie TUS HIJOS VEN PORNO.
La prostitución y la pornografía siempre han estado integradas en la sociedad, siempre clandestinas, destinadas a los varones adultos en exclusiva y abiertas a aquellos jóvenes que querían incorporarse a esa condición de mayores, como rito de iniciación. Parece que en los tiempos actuales los jóvenes españoles no solo acuden a los burdeles como puerta de entrada a “hacerse mayores”, sino que lo hacen como clientes habituales, porque es mucho más fácil y barato que tratar de ligar con alguien. Eso es, al menos, lo que suelen decir.
Recordemos que los jóvenes también son grandes consumidores de porno y de prostitución. Como costumbre, como premio de cumpleaños en la cuadrilla, pero también como forma de llevar a cabo ciertas prácticas sexuales aprendidas en el porno que no pueden llevar a cabo con su pareja. Este punto nos parece de especial interés. Y aquí ambas industrias tratan de capitalizar ese consumo y estrujarlo al máximo.
Y estar a la última en tecnología. Escuchaba a un especialista en tecnología digital decir que, el porno ha ido por delante de los avances en esta área, como por ejemplo el pago a través de tarjetas de crédito- ahí está una de las pocas formas de poder controlar esto como ya he advertido en alguna ocasión- del consumo en Internet o los vídeos a la carta.
Me atrevo a pronosticar, en los próximos 10 años, un cambio en los contenidos del porno y que ya se reflejan en plataformas como Onlyfans, a la que le saldrá competencia. O porno a la carta con una oferta ilimitada en 3D y 8K, en tiempo real, de cualquier práctica sexual en cualquier parte del mundo. Sobre este fenómeno, he escrito este artículo.
O nuevas plataformas que promueven las actividades de las Camgirls, en las que no se requiere una infraestructura especial por lo que pueden estar en cualquier piso del edificio en donde vivimos, cuyos servicios se solicitan, previa cita, a través de internet también. Según dicen, miles de jóvenes latinoamericanas y europeas, guapas y emprendedoras, tienen un set de grabación en su habitación, es decir un móvil y wifi, desde donde distribuyen sus vídeos sexuales para que millones de hombres se exciten e interactúen con ellas, en todo el mundo, previo pago. El quedar después para hacer realidad la relación virtual, tal vez sea una cuestión de precio.
También podríamos hablar de las diferentes modalidades de acompañantes, donde las actrices porno parecen tener preferencia. Las llamadas sugar dating son, sin duda, un fenómeno que va a más en una sociedad hipersexual, que erotiza el cuerpo de las niñas en las RRSS como Instagram o TikTok. Y luego Onlyfans. Además, con crisis económicas, paro galopante y empleos precarios, las más vulnerables caen fácilmente. Y lo venden como ejercicio de libertad y empoderamiento de las chicas….Por tanto, la conexión entre erotización de las niñas, pornografía y prostitución parece clara.
Además, donde haya una mujer con necesidades básicas, siempre habrá un proxeneta cerca que le sugiera: “Con ese cuerpo puedes ganar lo que quieras…”
En cualquier caso, habrá cambio en los contenidos: ante la presión social y política la industria se adaptará, cual pícaro camaleón, produciendo millones de vídeos de porno feminista, porno educativo… donde la mujer será la protagonista y las imágenes violentas se difuminarán. Aunque seguirá habiendo una versión en B, para los adictos que van a demandar productos cada vez más agresivos sin ningún control. El negocio es el negocio: está por encima de todo.
Conversa con tus hijos, nietos y sobrinos para que nunca instrumentalicen el cuerpo de una mujer joven y pobre, que pisoteen su dignidad, ni tampoco, legitimen un sistema de esclavitud sexual en una sociedad desarrollada. Por correrse unos segundos. Por unos cuantos euros. No olvides que #tushijosvenporno violento y que entre todos tenemos que prevenir una generación de #niñosyniñaspornograficos con una #educacionsexualprofesional desde primaria a la universidad.
Seguiremos hablando de ello en el siguiente artículo.