¿Qué hacer con el porno? (I) CIENCIA, IDEOLOGÍA Y PELÍCULAS SEXUALES

Un artículo de José Luis García

Con mucha frecuencia, como si de una manida repetición se tratara, nos encontramos en nuestros hilos o post en las RRSS, con la controversia relativa a las diferentes posiciones ideológicas sobre las películas sexuales, sean eróticas o pornoviolentas. He de reconocer que este antiguo debate es cansino y me agota, me chupa energía positiva, razón por la cual me digo a mí mismo: no entres al trapo, que es repetir siempre lo mismo. Que así no se avanza.

Además, los Nick anónimos, que no pocas veces alimentan la cobardía, permiten cualquier comentario ofensivo y maleducado. Bueno pues, a partir de ahora, remitiré a este artículo a quienes insistan en ello.

Con todo, comprendo que proponer que el término pornografía desaparezca, como yo vengo haciendo, y sustituirlo por el de Películas Sexuales Eróticas (PSE) y Películas Sexuales Pornoviolentas (PSP) puede ser un tanto provocador. Sin embargo estoy convencido de que es una buena alternativa y en nuestro programa TUS HIJOS VEN PORNO (clica aquí si quieres conocerlo) hablo ampliamente de las razones que me han llevado a esa propuesta.

El sexo, le interesa a casi todo el mundo

Como es sabido, los asuntos que conciernen al sexo, generan no pocas polémicas y porfías desde tiempos inmemoriales. No hay manera de desprenderse de esta mochila secular. El poder religioso y político han sabido utilizarla hábilmente, adaptándose convenientemente a los tiempos, a tenor de la importancia que tiene en la vida de la inmensa mayoría de las personas. El sexo, le interesa a casi todo el mundo. A unos más que a otros, claro. Por eso las películas sexuales o los anuncios sexualizados cosechan tanto éxito, ya que tienen como fin primordial excitar el deseo sexual. Y lo consiguen fácilmente porque está previsto que así sea en nuestros genes. De esto ya hemos hablado en otro momento (clica aquí si quieres consultarlo)

Por ejemplo, el divorcio, el aborto, el matrimonio gay o los métodos anticonceptivos para jóvenes, han sido objeto de los más furibundos ataques y también, cómo no, de los más fervientes defensores, en nuestra reciente historia. Más tarde o temprano la razón democrática, la libertad, los derechos individuales, la salud y el sentido común acaban imponiéndose y tales cuestiones terminan integrándose en la vida con cierta normalidad, si bien hay quienes todavía manifiestan su desacuerdo permanente como si de una matraca se tratara. Este proceso de cambio se ha dado, y se sigue dando, en otros muchos países con menor desarrollo socioeconómico, con un timing similar.

Si ya de por sí la sociedad está permanentemente crispada, es cada vez más intolerante, estas materias provocan una polarización de las opiniones de una manera asombrosa, razón por la que, a nosotros, nos resulta subyugante desde un plano académico, pero he de reconocer que ya se tornan agotadoras.

Ideología y porno

Una mirada a los últimos resultados electorales autonómicos evidencia una clara derechización de la sociedad y eso supone, sin ningún género de dudas, retrocesos en los avances y derechos sociales, en particular los que conciernen al ámbito sexual y a las libertades. Resulta cuando menos chocante que los grupos conservadores con una larga historia contraria a la libertad la abanderen ahora, como si no hubiera un mañana. Pero, claro, solo se refieren a la suya.

Pues bien, en la actualidad, la pornografía, la prostitución y la gestación subrogada, por poner tres ejemplos relevantes, constituyen elementos centrales de la confrontación ideológica. Solo mencionaré hoy a la pornografía.

Como bien sabes, amable lector/a, mi interés por el estudio de la pornografía y de sus efectos no es nuevo. En octubre de 1980 publicaba un artículo en el que advertía de los riesgos de aprender sexo a través del porno en ausencia de una educación sexual científica y profesional. No solo seguimos prácticamente igual, sino que hemos empeorado, porque la pornografía de hace 40 años no tiene nada que ver con la actual cuyo consumo se ha normalizado con efectos, a mi juico, devastadores en amplios sectores de menores y jóvenes.

 Esto vale para la llamada “guerra ideológica” sobre la pornografía que se inició en EE UU a finales de los años 70 y cuyos argumentos aún se repiten machaconamente por ambos bandos, sin considerar que han pasado muchos años y el fenómeno de la pornografía ha cambiado enormemente de la mano de una sociedad en permanente transformación. En el volumen I de nuestro programa TUS HIJOS VEN PORNO, analizamos ampliamente este hecho.

Paralelamente a este aumento del conservadurismo neoliberal -que apuesta por la instrumentalización del sexo como un gran negocio- se ha visto correspondido por un cambio significativo en los contenidos y en la accesibilidad de las películas sexuales.  Este canje, a no dudar, hay que calificarlo de espectacular.  Hemos de que reconocer que, a la industria pornográfica, la jugada de dar gratis el porno les ha salido redonda. El negocio está en la publicidad que acompaña a la navegación on line. Cuanto más tiempo estamos, más aumentan los beneficios, pagamos con nuestra atención y nuestros datos.

El porno como educador sexual

En cualquier caso, lo que no ha cambiado, es que las películas pornográficas son una de las fuentes más importantes de información sexual de nuestros menores y jóvenes y estamos hablando de un tipo de representación que incluye diferentes dosis de violencia contra la mujer, siempre refiriéndonos al género heterosexual. Esto ha ocurrido de una manera más notoria con el descubrimiento de la fotografía y más tarde el cinematógrafo. Internet lo que ha hecho ha sido diseminarlo por todos los rincones del planeta.

Pues bien, según estimaciones hechas por algunos expertos en España, como es el caso del profesor Lluís Ballester, algunos chicos ya comienzan a ver porno a los 8 años, hay quienes lo hacen a los 6, y a decir de estos especialistas, en torno al 25% habría visto cerca de 10.000 horas de porno antes de la mayoría de edad. Si, como acertadamente advierte, para adquirir muchas destrezas necesitamos no menos de 400 horas, nos podemos imaginar el efecto reforzador de la repetición de una actividad particularmente placentera con un orgasmo como premio final.

Ya hemos dicho que el placer sexual es el mejor y más importante refuerzo originario. La naturaleza lo ha previsto así, de tal modo que, para asegurar la supervivencia de la especie, lo diseñó con esas características que le son particulares.  Además, cualquier chavalillo (como los adultos) con su móvil tiene barra libre de exponerse a diario a estos superestímulos en su pantalla, objeto preciado donde los haya.

Este es un rasgo diferencial y exclusivo de la generación actual que nunca las anteriores se hubieran imaginado. Reitero, porque hay que hacerlo, que un elevado porcentaje de los contenidos a los que se tiene tan fácil acceso, son de imágenes con diferentes dosis de brutalidad y vejación contra la mujer: desde un simple azote hasta tortura, pura y dura.

Cuando leemos noticias de violaciones brutales en grupo o de asesinatos en colegios por un jovenzuelo, dicen que inadaptado, nos llevamos las manos a la cabeza, unos segundos porque la abundancia de información no permite dedicar la reflexión necesaria. Sin embargo, si queremos regular las conductas violentas nunca lo conseguiremos, por ejemplo, facilitando el acceso a la compra de armas o a hacértelas tú en casa como ocurre en EEUU o subiendo a la red, a diario, millones de vídeos sexuales con agresividad sin ningún control. Ninguno. Y en las películas sexuales son omnipresentes. ¡Habrá pocas “perrerías” hechas a mujeres que no se hayan filmado con intencionalidad de excitar sexualmente! Todas ellas inaceptables desde cualquier punto de vista que se mire.

Y sabemos perfectamente los riesgos que comporta el consumo excesivo de porno (sea violento o no) para su salud, su desarrollo y sus relaciones. Hay centenares de estudios científicos que constatan las consecuencias negativas de esta conducta adictiva en el cerebro, en las agresiones sexuales, en los riesgos reproductivos, el consumo de prostitución o en las relaciones de pareja, por mencionar solo algunos. El destrozo que puede ocasionar su consumo habitual en el desarrollo afectivo y sexual en un menor parece fuera de toda duda.

Pues esa polarización a la que hacía referencia es paradigmática en la pornografía. Si desde el plano sociológico, hiciéramos un continúo describiendo las posiciones ideológicas existentes en la actualidad, nos encontraríamos con dos extremos bien definidos: Hay personas y grupos radicalmente en contra y personas y grupos radicalmente a favor, sin admitir ningún tipo de concesión o grado intermedio. A favor o en contra. Y punto. O conmigo o contra mí. Hay artículos y publicaciones bien interesantes sobre este enfrentamiento a cara perro.

En el próximo artículo seguiremos hablando de todo esto.