PornEducation para el finde, ¿te atreves? (*) #PornEducationParaElFinde

Un nuevo artículo de José Luis García para leer y reflexionar el fin de semana.
¿Alguna vez te han susurrado al oído ese anhelo? ¿Si ha sido así, era mutua la pasión? ¿Cuál fue la reacción de tu cuerpo al escucharlo? Hoy te propongo hablar del deseo sexual, un tema súper atractivo y emocionante como pocos.
Nada menos que en 1986, IPES-Navarra (una entidad cultural referente en la historia reciente de Navarra) organizó unas Jornadas sobre el deseo y me invitó a impartir una conferencia, a la que puse ese sugerente título. Posteriormente hemos tenido la oportunidad de repetir, título y contenido, en diversas ocasiones y modalidades de intervención (conferencias, cursos, talleres, congresos…) a lo largo de estos años, consciente del atractivo que supone disertar sobre los deseos sexuales, porque a casi todo el mundo le interesa este asunto.
Inclusive en 1966, iniciamos una serie de talleres universitarios, (clica aquí) que tuvieron un impacto mediático increíble y que denominamos por aquel entonces, QUIERO LIGAR CONTIGO, en el que analizábamos los prolegómenos de las relaciones afectivas y de los ligues, de la ambigüedad de los mensajes que se emiten y, por tanto, de los riesgos de las señales con las que se interactúa, así como la importancia del deseo sexual y la atracción en estas primeras etapas, cuya iniciativa parecía corresponder al varón.
Me ha mirado, ¿Le gustaré? ¿Le sonrío? Se acerca a mi, ¿Qué querrá? Si me guiña un ojo ¿Significa que le gusto mucho? Si se deja tocar el brazo, ¿Es buena señal? ¿Si me invita a su casa es que quiere sexo?.. son solo algunos de los pensamientos que surgen en esos momentos y que dan lugar a interpretaciones las más de las veces arbitrarias y, en consecuencia, riesgosas.

He de reconocer que profundizar en el estudio del deseo sexual, me place enormemente, en la medida en que es un tema que me subyuga y apasiona. En realidad, estamos hablando de un poderoso impulso, con raigambre neurofisiológica, que impele a los seres humanos a buscar relaciones, contacto corporal, caricias y abrazos, intimidad, afecto, placer… desde hace millones de años.
De sus variopintas implicaciones y de su poder hablan, por ejemplo, las infinitas rupturas sentimentales y de parejas, derivadas de una relación sexual fuera de la díada, cuyas consecuencias en todos los órdenes, pueden ser muy graves (patrimonio, amigos, hijos…).
Puede haber otras motivaciones, claro, pero la gran mayoría de ellas tienen que ver con aspectos que nos hacen la vida más intensa, gratificante, amorosa y saludable que pone a prueba nuestra capacidad de sensibilidad, empatía y solidaridad con otras personas. La sexualidad es una dimensión positiva de la vida, alejada de la agresión. Como en tantas otras actividades humanas, hay una parte negruzca, de dolor, que hoy vamos a obviar, porque como hemos dicho en otro artículo: “el deseo sexual ni se compra, ni se vende.”
Te tengo ganas
Amable lector/a, estoy seguro que alguien te ha dicho al oído, alguna vez, “tengo ganas de ti”, “te tengo ganas”, “te deseo” (o expresiones similares). A ciencia cierta, si ese anhelo también era recíproco, es muy posible que nos estemos refiriendo a una experiencia única y maravillosa en aquellas personas que se involucran de mutuo acuerdo en esa vivencia tan genuina y sensual.
Bueno, si todavía no ha tenido lugar, no te preocupes, ocurrirá, no una sino varias veces a lo largo de la vida. A mi modesto entender todas las personas tienen alguien que les espera y que les está deseando, (siempre hay un roto para un descosido). Por muy “raros” que nos veamos, seguro que hay alguien al que le encantas. Claro que, para que ello ocurra, hay que creérselo y tener la puerta abierta .
Seguramente habrá pocas experiencias humanas tan especiales, como una relación sexual apasionada, novedosa, de mutuo acuerdo y entrega entre dos personas. Si, además, están enamoradas la experiencia puede ser espectacular, en lo que se refiere al disfrute de los sentidos, de las percepciones y de las vivencias.
Con frecuencia, cuando tal cosa acontece, hay una respuesta psicofisiológica asociada a ese tipo de solicitudes iniciales: Nerviosismo, comezón, inquietud, escalofríos… cuando no una inmediata respuesta sexual de excitación genital y corporal, vaya o no acompañada de una fantasía acerca de la materialización de esa ansia. Se trata de un mecanismo genéticamente programado presente en todos los sujetos. Es la Respuesta Sexual Humana (RSH), con diferentes fases: Deseo, excitación, orgasmo y resolución que presenta diferencias entre hombres y mujeres.

Respuesta sexual de la mujer

Atracción y deseo
Es indudable que hay determinadas personas que nos provocan atracción. Y nosotros lo somos para otras. Sea como sea, todos/as tenemos a alguien que nos desea y al que les resultamos atractivos/as, como he dicho más atrás. Tener rasgos físicos parecidos al modelo social dominante de atractivo, incrementa la probabilidad de tener más oportunidades.
En cualquier caso nos referimos a una especie de imán que nos impele a acercarnos y entablar relación con ellas. Son unas señales que activan el funcionamiento de ese mecanismo ancestral de reacción erótica. Y las deseamos con fuerza, anhelando estar a su lado. Como vimos en otro artículo, moléculas como la dopamina, tienen una gran implicación en este proceso.

Como ya se ha advertido, es cierto que esas señales son códigos, gestos, miradas…las más de las veces ambiguas e imprecisas, que dejan un gran espacio a la interpretación personal y, en consecuencia, al riesgo de meter la pata, en la medida en que no es usual que se expresen abiertamente los deseos. Esta es una excelente razón para hablar con nuestros hijos/as, sobrinos/as y nietos/as sobre el particular y evitar algunos sufrimientos innecesarios.
Consciente de la importancia de este extremo, tanto en mis Talleres para madres y padres vergonzosos, como en mis publicaciones (artículos, libros…) dedicamos un apartado destacado a analizar y aclarar esta cuestión en la educación sexual de chicos y chicas, ya que las películas sexuales pornoviolentas (PSP) transmiten, en este sentido, unos tópicos cuyas consecuencias pueden ser graves, por ejemplo agresiones sexuales. Uno de los más conocidos es que ligar es muy fácil y tener relaciones sexuales también.
O que cuando se inicia una relación erótica debe acabar en coito. O que a las niñas y a las mujeres les gusta ser forzadas. Son mensajes constantes y casi exclusivos de las películas sexuales, lo que constituye una barbaridad.
Hay que contrarrestar cuanto antes el poderoso influjo de este mensaje.
Si tienes hijos/as, habla cuantas veces sea preciso, aunque que te llamen pesado/a, sobre el mutuo acuerdo en sus relaciones sexuales. Que sean francos/as en manifestar sus deseos sexuales. Que comprendan las diferencias de gustos a lo largo del encuentro sexual. Que no den nada por sentado. Que pregunten algo tan sencillo como ¿Quieres que continúe? Y que sepan que, en cualquier momento de la relación, por diferentes razones, se puede parar y no pasa nada, respetando escrupulosamente a quien tome esa decisión
El mejor afrodisiaco
La relación puede o no continuar, perdurando la atracción, dando paso al deseo, aunque la llama se mantiene en buena medida cuando se la aviva y languidece cuando no ocurre así. En ocasiones, ese sentimiento acaba en un estado de enamoramiento que es, probablemente, el estado perfecto para vivir y sentir la pasión y los deseos sexuales con especial intensidad. Empero, tiene fecha de caducidad.
No hay duda de que ese estado de “encantamiento”, es el afrodisíaco perfecto y puede experimentarse a lo largo de todo el ciclo vital, de diferentes maneras y con otras tantas personas.
Muy a menudo, la pasión es lo primero que surge, con inusitada fuerza y vehemencia en una pareja. Como un terremoto. El deseo sexual, siempre ardiente, está directamente implicado, de la mano de la atracción – a menudo espoleada por rasgos físicos- siendo el motor de esta incipiente y gozosa etapa. Sin embargo esa intensidad decrece en la inmensa mayoría de los casos, al igual que las dosis de dopamina. Desde días a unos cuantos meses. Lo innegable es que el brío de ese ímpetu tiene unos límites.

No parece que los seres humanos estemos preparados para que dure mucho más, con ese mismo ardor y con la misma persona. Desconocemos si nuestro corazón aguantaría tanto tiempo con esa taquicardia, esa sofoquina que va de la mano de una incesante actividad de nuestro cerebro produciendo dopamina, empeñado en tratar de sujetar las mariposas en el estómago o la reacción de la piel de gallina que conlleva la activación de diferentes neurotransmisores.
La realidad, pues, parece poner coto a esos hermosos y poderosos impulsos primigenios, y aterrizar quizá en otra situación más tranquila y reposada, porque son dos procesos cerebrales bien diferentes, en el que están implicados mecanismos neurobiológicos y psicológicos distintos.
Lo cierto es que, de continuar, a la vez que disminuye su intensidad, va transformándose en algo más suave, más tierno y cariñoso, pero también gratificante y bienhechor. En otros muchísimos casos desaparece y se fija en otra persona. Es sabido que la juventud es una etapa en la que este juego de ir y venir con los deseos y con quienes lo provocan, es lo corriente.
Podría decirse que la especie humana existe porque existe el deseo entre hombres y mujeres, que nos mueve a buscar relaciones cuyo premio es el placer. El cebo que ha puesto la naturaleza en el anzuelo de la reproducción. Una recompensa exclusiva y genuina.
Dado que los bebés humanos, particularmente vulnerables, necesitan cuidados y atenciones, contacto corporal, apegos y vínculos afectivos desde bien pronto para sobrevivir y, posteriormente, para una saludable estabilidad emocional, el enamoramiento podría ser considerado una necesidad supervivencial para atender la prole.
Consiguientemente, el deseo, impulso poderoso como pocos, nos empuja a buscar intimidad y contacto, disfrutando de ello ora solos/as ora en compañía. No hay duda que compartir esta vivencia en un contexto de afecto le confiere un plus de calidad.
Y este dispositivo está listo al nacer, en todas las personas, en forma de respuesta sexual. Opino que esta raigambre neurofisiológica no hay que minusvalorarla en modo alguno, si queremos entender, por ejemplo, la complejidad del consumo generalizado de pornografía y de su normalización social. Las películas sexuales, que es como a mi me gusta denominar a esas representaciones audiovisuales -distinguiendo entre las eróticas PSE y las pornoviolentas PSP- estimulan directamente esas zonas cerebrales más primarias y atávicas, con ilimitadas provocaciones de imágenes infinitamente diversas, constituyendo lo que se denomina el superestímulo sexual.
Cualquier chaval tiene en su mano, a un toque del dedo en la pantalla, millones de estímulos variopintos, novedosos y superexcitantes. En un minuto tiene más que todos sus antepasados juntos. No puede, por tanto, extrañarnos su éxito Esta cuestión ha sido abordada ampliamente en nuestra propuesta educativa TUS HIJOS VEN PORNO y es una realidad que es preciso reconocer si queremos prevenir sus graves efectos.
De ahí que la familia deba formarse, actualizar sus conocimientos, y que mi recomendación más reiterada sea que padres y madres conversen con sus vástagos de diferentes temas que les interesan sobremanera y así mismo de sexualidad y de pornografía cuanto antes. No solo hablar sino, y sobre todo, capacitar y educar. Si no lo hacen ellos, otros lo harán.
Tanto en los artículos como en las RR SS y en mis conferencias y talleres, este es el mensaje: suscitar conversaciones y preguntas, aunque te llamen pesado/a, proponiendo diferentes hashtags, al objeto de evitar una generación de #niñosyniñaspornograficos porque #tushijosvenporno y necesitan una #educacionsexualprofesional.
Motor y combustible
En consecuencia, coincidiremos en que el sexo es una motivación muy importante de la conducta humana, el motor de supervivencia de la especie y, el deseo, su combustible. Cierto es que tenemos raciocinio y otras estructuras de nuestro cerebro más especializadas en un análisis racional, en valorar los pros y los contras de cualquier deliberación, que nos permiten ejercer la capacidad de elegir en libertad, rasgo acreditado que nos diferencia de la especie animal, permitiéndonos tomar decisiones y separar el placer de la reproducción.
O retrasar la gratificación. O decir que NO. Empero la pulsión está ahí y también, muy cerca, en sus aledaños, se encuentra el placer, confiriéndole una autoridad que solo posee este impulso.
El deseo es dueño y soberano. Sabe perfectamente quien le atrae lo seduce y quien no. Es muy selectivo. Y esa capacidad de selección no es ningún tipo de fobia, como defienden incomprensiblemente algunas personas, por fortuna muy minoritarias. Tenemos que aceptar que no provocamos deseo en otras personas. Y punto.
La orientación sexual una vez establecida, se mantiene usualmente en el tiempo. Entiendo que no es buena idea obligarse a experimentar deseo sexual por otra persona. Y, desde luego, es inaceptable desde todo punto de vista, presionar con malas artes a otros/as para satisfacerse de manera egoísta y nada empática.
Sin embargo, el deseo dentro de tu orientación sexual se puede estimular. De hecho, lo hacemos con no poca frecuencia. Desde los orígenes de la humanidad, hombres y mujeres han buscado estímulos para iniciar y mantener en el tiempo su deseo sexual, que inevitablemente presenta altibajos y cambia a lo largo de la vida.
Es así en la actualidad y, con toda seguridad, lo seguirá siendo hasta que la especie se extinga. Esos estímulos cambian con los tiempos y las tecnologías y cristalizan en cada persona a su modo y manera. Los de carácter audiovisual tienen un poderío incontestable.
Por esta razón defendemos, a pesar de las críticas, insultos y descalificaciones de algunos sectores de movimientos sociales muy poderosos, la necesidad de disponer de Películas Sexuales Eróticas (PSE) que están en las antípodas de las de carácter pornoviolento. No se puede comparar consumir alcohol de 96º de garrafón clandestino, con una cerveza sin alcohol.
Es una irresponsabilidad poner todo en el mismo saco y decirle a los menores y a los jóvenes que todos los vídeos son iguales, blanqueando los de tortura sexual, por ejemplo, poniéndolos al mismo nivel que otro en el que no haya ningún tipo de violencia.
Ya hemos dicho en repetidas ocasiones que las películas sexuales, violentas o no, se han convertido de una manera extensiva, en un evocador de los deseos sexuales. Pero no todos los estímulos son saludables. Aquellos que no respetan a las personas ni su dignidad, las coaccionan, las vejan, degradan o las cosifican deben ser criticados y rechazados sin ambages. He repetido hasta la saciedad que violencia y sexualidad son incompatibles. Están en las antípodas. Y la educación sexual debe incorporar estos valores inexorablemente.
Por tanto, convendría hacer una consideración muy relevante: desde el punto de vista de la salud y de la ética habría que diferenciar radicalmente entre los estímulos saludables y aquellos que no lo son. Una taxonomía que puede servir de tal guisa para establecer diferencias entre las conductas sexuales saludables de aquellas que no tienen esa consideración. En este sentido, para que se entienda mejor, suelo hablar del jamón de bellota premium pata negra frente a la mortadela. Nada que ver, aunque sean productos del mismo animal.

Cualquier representación artística, sea audiovisual o no, que considere la sexualidad como una dimensión amorosa, saludable, divertida, tierna y placentera que tiene todo el sentido cuando se da en un entorno de deseo y acuerdo mutuo, afecto, respeto, libertad y corresponsabilidad en el placer del otro/a, con el/la que empatizo, será un estímulo adecuado y deseable para vivir, si así se quiere, individualmente o en compañía. Eso es una parte indudable de la salud sexual.
Por tanto, la sexualidad es una dimensión hermosa de la vida que tiene que ver con el placer, el bienestar, los afectos, la salud y las emociones humanas positivas. Por ello es incompatible con la violencia, que nunca está justificada en las relaciones amorosas.
Falta de deseo sexual y fantasías
Desde la Sexología, consideramos que las fantasías sexuales (a las que dedicaremos próximos artículos) son un recurso de extraordinaria importancia para estimular, explorar, incentivar y alimentar el deseo sexual tanto en hombres como mujeres, lo que redunda en una vivencia sexual más divertida y gratificante. Las fantasías serían algo así como la gasolina del motor del deseo. Por tanto, todo aquello que las mujeres, y sus parejas, hagan en esta dirección redundará en unas relaciones sexuales de mayor calidad.
Hacemos notar una cierta paradoja de la evolución: la falta de deseo es una disfunción sexual muy frecuente en hombres y en mujeres, debido en buena parte a las condiciones de vida a las que estamos sometidos en una sociedad estresante y que no ha prestado atención al cultivo de esta bienhechora pulsión.
La discrepancia en el deseo sexual entre los miembros de la pareja es uno de los conflictos que con mayor frecuencia presentan las relaciones en la convivencia cotidiana. A menudo son ellas las que demandan consultas profesionales porque tienen menos deseo, aunque también hay hombres con esta disfunción sexual. No es fácil resolver este desequilibrio y cada pareja trata de buscar su estrategia, si bien la ayuda profesional es muy recomendable para su solución.
La disminución y la pérdida del deseo sexual es una disfunción sexual en ambos sexos, perfectamente conocida y estudiada, clasificada en los diferentes sistemas de categorización profesional en todo el mundo, frente a los/as que piensan que es una consecuencia del patriarcado o de la perversión de la sociedad, como a veces nos han señalado desde algunos grupos, evidenciando un desconocimiento supino y una preponderancia exclusiva de ideología y propaganda. Lo veremos en otro artículo más adelante.
En este sentido, tenemos que señalar que persisten todavía diferentes creencias erróneas sobre el deseo que convendría subsanar (las mujeres tienen muchas menos ganas, el deseo tiene que surgir de manera natural, si nos queremos nace espontáneamente, a cierta edad desaparece, los hombres siempre tienen ganas, después de tener hijos las mujeres pasan del sexo, comer chocolate o una copita de moscatel aumenta el deseo… etc.) Para mi, aunque el deseo está anclado en un soporte fisiológico, es resultado, ante todo, de complejos procesos psicológicos y de relación.
En mi opinión, el deseo casi siempre hay que espolearlo. En efecto, para que el fuego no se apague hay que echarle leña. Fuera de los procesos de enamoramiento, el deseo necesita una permanente estimulación, debiéndose adaptar a los inevitables cambios que implica el ciclo vital. Promover y estimular todos los sentidos serán actuaciones necesarias para normalizar el deseo.
Uno de los recursos más habituales e interesantes son las fantasías sexuales que habrán de ser desarrolladas a partir de lecturas, visionado de estímulos audiovisuales, recuerdos…etc. Las fantasías sexuales son el músculo del deseo y los músculos hay que ejercitarlos para evitar su atrofia.
Sabemos, además, que la vida sana, tanto en estilos de vida saludables, como en la alimentación, actividad deportiva… estimulan el deseo y la capacidad sexual.
A menudo, la falta de deseo puede acabar provocando una menor excitación y esta, a su vez, ausencia de placer lo que puede desembocar en un rechazo-aversión al sexo, más acusado si las relaciones se viven como una cierta imposición, explícita o no, por parte de la pareja. Cuanto más presiona la otra persona por tener sexo, más tiende a cerrarse la que presenta el problema, aumentando la disfunción.
No es infrecuente que quien está afectado sienta culpabilidad por ello y acabe repercutiendo en su autoestima. Desde una perspectiva de la salud, esta es una disfunción sexual que no puede entenderse si se aborda este problema solo desde la ideología, como hacen algunos sectores de movimientos sociales destacados.
Desde un plano de una ética sexual, entendemos que la libertad es la esencia de la sexualidad, del deseo y del consentimiento. Somos dueños de nuestro cuerpo, de nuestros deseos y de nuestra intimidad. Sin embargo, no siempre ocurre ese hecho y demasiadas mujeres y menores se ven involucradas en situaciones indeseables e inaceptables, a la vez que delictivas, que no desean.
En este sentido, he propuesto en mi programa educativo diferentes contenidos y metodologías para trabajar la prevención de las agresiones y abusos sexuales. Niños y niñas, sobre todo los primeros, además de saber que es un grave delito, tienen que ser educados en el valor del respeto por la otra persona y que, nunca, bajo ninguna circunstancia, deben imponer sus deseos sexuales a los demás.
Foto de portada: Yan Krukov en Pexels
(N.B) Parte de este artículo fue publicado en la revista Internacional Psiconetwork.
(*) PornEducation para el finde, ¿te atreves?, es una nueva propuesta, una más, a modo de campaña de sensibilización, que quiere ofrecer contenidos formativos por medio de artículos de divulgación, que se publicaran en este blog cada viernes, para leerlos y comentarlos el fin de semana con tranquilidad, con el hashtag: #PornEducationParaElFinde